domingo, 26 de enero de 2014

CRISTINA KIRCHNER FUE A CUBA A BUSCAR UNA VERDAD

En las últimas horas, y ante una sucesión de eventos impredecibles que atañen a la política económica, nuevamente la presidente argentina ha optado por la opción de fuga, aunque con algunas diferencias de destino: Si en otros momentos de tensión la fuga se dio con destino interno -El Calafate-, ahora optó por un desafío superior; Cuba.

El significado simbólico desde lo político que presenta este destino, amerita un pequeño intento por presentar lo que sería la estrategia de la presidente dadas las circunstancias impredecibles a las que nos tiene acostumbrados y, también, como no, la humilde recomendación de este pequeño ciudadano.

Parece ser entonces que la última jugada de Cristina es bastante estratégica y no menos elucubrada con esa clásica agudeza de visión de contexto y momento; sus movimientos no solo serán para la tropa propia, sino también para círculos rojos cercanos. Me explico.

Volverá de Cuba con con los jirones de Fidel Castro para que lo atiendan como un Rey en el hotel del Calafate (ya negoció paz y tranquilidad para el viejo dictador en sus últimos días). Luego, apelando a la tradición mortuoria de los movimientos socialistas totalitarios, embalsamarán a esa reliquia que llaman líder y la pasearán por todo el país. De esta manera sellarán el mito y asegurarán 7 generaciones más de idiotez utopicista.

Es probable también que hayan sellado un doble beneficio; por un lado, un intento por lograr la distracción adecuada para lo que resta de gobierno cristinista, y por el otro, descomprimir al viejo dictador de la amargura de presenciar -en sus últimos días-, la lenta pero inexorable liberalización de la que otrora fuera su isla.

En efecto, un marchito Fidel habría transmitido a nuestra mandataria lo insoportable de presenciar el sangrado de aquello que se apropió durante toda una vida para moldearlo a su gusto y medida, y sentir no solo el desvanecimiento de esa meta, sino la punción de una pregunta incómoda que retumba en su cabeza, que sería la siguiente; "¿Y si en realidad eso que he transmitido como anhelo universal, y con flemática firmeza a lo largo de mi vida, es tan solo un trozo de ego propio?". Podría ser que la interpelación violenta de esta pregunta habría empujado al dictador caribeño a cambiar de aposentos en sus últimos días y mudar su distracción al Calafate.

De todas maneras hay un problema con la propuesta de Cristina, y es probable que el aún chúcaro Fidel la ponga en vereda con la sola mención a su momificación, puesto que esto supondría su muerte antes de 2015, y el dictador aún conserva la fuerza mental suficiente y el grado de malicia necesaria como para pensar que todavía no quiere morir. Y aquí entonces mi humilde recomendación.

¿No sería más sencillo, menos costoso, sin riesgo y calzado al momento histórico, sugerir a ambos personajes que intenten ayuda mutua para minimizar el golpe de enfrentarse a sus inexorables caídas?

¿No podríamos acaso poner por un lado al dictador ante la verdad en sus últimos días para brindarle paz, mostrando que Cuba no se desangra sino que, por el contrario, se encuentra absorbiendo más suero conforme la proporción de líquido que pierde el viejo tirano que la llevó a ese lecho?

¿Será muy complicado enfrentar a la diva argentina ante la verdad que muestra los síntomas claros del lento pero inexorable sangrado de su propia utopía, esa que al igual que reverbera en aquella pregunta que campea los esos del marchito anciano, no sería más que un trozo de ego personalista travestido en anhelo universal?

¿Será posible?



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