jueves, 11 de agosto de 2016

Eppur non sono 30.000

Hace 383 años Galileo Galilei compareció ante la santa inquisición para dar cuenta de un libro que había publicado un año atrás, y en el cual confirmaba algo anteriormente barruntado por Nicolás Copérnico. A saber -y de manera muy sintética-; que la tierra gira alrededor del sol y no que el sol gira con la tierra como centro fijo. Una de las conclusiones más importantes que se derivaba del resultado de tal juicio, era la condición de movilidad de nuestro planeta como nuevo punto de partida para la comprensión del todo. De ahí la famosa frase qué -supuestamente-, Galileo habría susurrado saliendo del juicio en el que fue obligado a rectificarse so pena de hoguera; "eppur si muove" (y sin embargo se mueve). Y 80 años después se confirmaría que nuestra tierra; "sin embargo se mueve".

Bueno, en el día de ayer el Presidente Mauricio Macri ha sostenido, en una entrevista para un medio extranjero, que no sabemos cabalmente cuál es el número de desaparecidos, puesto que los registros no se corresponden con los relatos. Y parece ser que la diferencia es tan amplia entre lo registrado y lo relatado, que no existe la posibilidad de un margen de error mínimo que pueda reconciliar con la verdad a las diferentes posturas. Por un lado parece haber una conclusión de facto sobre el número, y por el otro parece haber un intento de aproximación a la verdad. En ese sentido el Presidente argentino ha dado la respuesta adecuada en torno a ella y, ante esto, una de las voces más representativas respecto de la posición fáctica de un número arbitrariamente instaurado, respondió al Presidente con indignación; "Macri tiene la OBLIGACIÓN de saber que son 30.000".

Es claro que no se pretende comparar el paso de gigante para con el conocimiento que nos legó Galileo con sus especulaciones, respecto al pequeño paso hacia el camino de la verdad que estaría dando el presidente argentino con sus dudas. Sin embargo, podríamos poner en un lugar comparable la reacción generada por ambos. La inamovible postura de la Santa Inquisición ante la especulación galileana de ayer, parece cobrar vida en la rígida respuesta de Estela de Carlotto de hoy. La representante de Abuelas monta una indignada y fáctica conclusión de una verdad desde la cual se para, y hace parar en ese lugar a quienes se horrorizaron con las declaraciones del Presidente argentino. De esta manera, durante las últimas horas parece haber comenzado una especie de "juicio popular" con el que SE EXIGE la rectificación del presidente argentino (seguramente vendrán movilizaciones, estado de alerta y diferentes montajes artísticos alegóricos a tal indignación y exigencia). Es probable que en los próximos tiempos el Presidente Argentino, efectivamente, deba rectificarse. Aunque también es probable que luego de hacerlo susurre ante sus seres queridos; "y sin embargo, no son 30.000" -eppur non sono 30.000-.



jueves, 4 de agosto de 2016

El burócrata argentino venido a menos.

En la presente entrada podrán ver, contenido en los 5 minutos de vídeo que comparto, a uno de los burócratas del kirchnerismo más pintoresco y representativo -aunque no menos bruto y peligroso-; Guillermo Moreno.

Una de las principales características de este señor ha sido el maltrato y el intercambio bajo amenaza en cada negociación que afrontó. Hay personas que han indicado que realizó entrevistas (estando en la función pública), con un arma arriba de su escritorio. Luego de su paso por la Secretaría de Comercio, las cuentas públicas correspondientes a su gestión no solo indican que el desastre fue la regla y no la excepción, sino que con él se llevaron los controles a un límite tal que se gestó una especie de sub-mercado de compra-venta de facturas de exportaciones para poder equilibrar una de las exigencias de importación, que consistía en una operatoria de exportación que debía cubrir la cantidad de divisas que se requerían para la importación.

Este gargantuesco y delincuencial burócrata se mantuvo por muchos años en la función pública con la anuencia de la política y la justicia, pero también de la ciudadanía, cómplice en parte de su desbocada conducta (suelo pensar que lamentablemente el ciudadano promedio argentino prefiere ser domado por un látigo autoritario antes de optar por un gobierno que no se entrometa en su vida, garantizando igualdad ante la ley, paz y libertad). 

Guillermo Moreno representa al pie de la letra el nacionalismo vulgar argentino. Ese que ha construido el folclore de ocasión y que tan bien representa este pequeño burócrata con aires de halcón. Un nacionalismo que siempre comienza con alegorías a gigantescas ambiciones, para terminar reptando en un conformismo que suele verse en una despintada bandera del Reino Unido que flamea descolorida en alguna tribuna de un campo de juego argentino, confeccionada en mediocre tela nacional y mostrando en barato aerosol la típica arenga del peleador frustrado; "piratas go home". Ese es el destino máximo al cual pueden guiar a nuestro pueblo este tipo de personajes con sus arrogancias mayores muy menores.

Dicho esto; ¿podemos creer que es el gobierno de Mauricio Macri el culpable de todo lo que nos está pasando hoy con el sistema de precios?

Es claro que la actual administración puede estar tomando decisiones incorrectas, claro que si. Pero no debemos olvidar que tales desaciertos aparecen en un contexto circunstancial bajo el cual, inevitablemente, hay empuje a errores forzados. Y estos errores en la actual administración descansan, en gran parte, en el intento por reacomodar las circunstancias e incentivos que el personaje que muestra el vídeo construyó sobre el sistema de precios; en esos 5 minutos podremos observar donde se encuentra el origen de la actual coyuntura argentina.

Por cierto, toda mi solidaridad con Martín Tetaz, economista argentino que intentando un intercambio analítico sobre datos sensibles de la administración económica y la gestión pública, tuvo que conformarse con ser víctima respetuosa de una nueva histeria de Guillermo Moreno -al igual que las conductoras del programa-. 

Con ustedes, el burócrata de vuelo bajo que intenta desplegar sus quebradas alas montando una actuación de ofendido para no contestar algo qué -lo sabe-, no puede, camuflando con enojo su falta de respuesta para no quedar expuesto.