miércoles, 25 de octubre de 2017

Anfibios empantanados.


Luego del resultado de las elecciones del domingo en Argentina, y como no podía ser de otra manera durante el desconcierto progresista entre tanto artículo y pensamiento por parte de quienes creen poseer el monopolio del buen pensar, aparece otro patético escrito en Revista Anfibia -dejo link-. Esta vez el turno es del Antropólogo Social Alejandro Grimson.

Grimson falla de manera garrafal en el núcleo de su escrito. Y la falla no sé si se debe a la escasez de ideas con la cual aborda el tema o una mala intención premeditada y/o empujada por los ideologismos con los cuales trabaja este artículo; ¿Cómo es posible que de entrada sostenga que la corrupción y el desmanejo económico de la anterior gestión solo es un simbolismo recreado estratégicamente por el actual gobierno? Es lisa y llanamente un descaro y una falta de respeto a las víctimas de aquellas corrupciones y desmanejos económicos.

Luego Grimson da por sentado que el cambio económico que promueve la actual administración es "regresivo". ¿Regresivo para quien o bajo qué conceptualización? ¿Para sus preconcepciones económicas y para los beneficiarios de una política clientelar de transferencias amañadas de la que gozaron sectores no necesariamente "populares" (artistas, académicos e intelectuales) durante la administración pasada? ¿regresivo para las conceptualizaciones que machacan con la falacia de que no puede haber creación de riqueza con menos poder público sobre los medios de producción sino con más poder de coerción y regulación?

Grimson se rectifica en parte reconociendo, al menos, que el mundo parece ir en marcha con modelos contrarios a los que él presupone, y sienta bien que reconozca que no necesariamente habrá otro 2001 (aunque entre líneas podemos advertir que para este sujeto no estaría mal provocarlo), sin embargo, recrea conceptualmente algo que dista completamente de lo que es la esencia de la actual administración de gobierno; si algo ha venido a hacer cambiemos, es a desterrar la palabra "macrismo" del espectro de horizonte de preconcepción política del promedio analítico local. Aún resta saber si lo lograrán, pero al leer a este antropólogo social escribiendo ese concepto como herramienta de análisis, muestra que está un tanto retrasado respecto del devenir de las circunstancias (al menos en el sentido simbólico de la gesta del actual gobierno).

Por lo demás, ejercitación y preguntas de intelectual militante cuando en un pretencioso regodeo construye un cuestionario de verdulería -aunque camuflado de sofisticación académica-; "¿se agudizan los procesos represivos?" o "¿se intentará entender al que piensa distinto limitando la posibilidad de hablar?". Postura que no es más que otro descaro, puesto que emanan de alguien que apoyó cuanta forma -sutil y no sutil-, de intento de limitar nuestra posibilidad de expresarnos durante el gobierno pasado. Este señor calló la boca y tan solo realizó denuncias tibias hacia el final del gobierno anterior -cuando ya no había manera de camuflar tamaña basura persecutoria con constructos académicos y solo quedaba una retirada elegante-. Por caso, el señor Grimson, que se autopercibe una persona comprometida intelectualmente con la libertad de expresión y todo esto que en este escrito de Anfibia denuncia, era invitado asiduo en 678; si tomamos como corresponde su preocupación actual, no debería ni haberse sentado en esa letrina sino denunciado el uso mediático escrachador, fascista, al mejor estilo de persecución sovietista de ese panel. Pero no, se sentó ahí para alimentar con pusilánimes aplausos su ego de pequeño intelectual.

Una de las cosas que vino a cambiar este gobierno -y Grimson lo sabe- es, precisamente, el simbolismo jerárquico del intelectual vacío de contenido pero empachado de política. Ese es otro de los "ismos" que esta administración cambiará; el intelectualismo militante que tanto daño ha hecho por estos pagos.

Y lo harán porque no saben que lo están haciendo...

sábado, 7 de octubre de 2017

La tarde de los miserables.


El pasado 5 de octubre se cumplieron 42 años del ataque de un grupo armado al Regimiento de Infantería de Monte 29 de la Provincia de Formosa. El grupo que realizó el ataque se conoció como "Montoneros", organización armada guerrillera que perpetró innumerables atentados al orden civil y democrático de la República Argentina. Organización que, con su ADN impregnado de apocamiento, siempre atacó desde las sombras y de manera imprevista, camuflados, sin medir costo alguno al respecto de sus objetivos. Sus líderes, con todas las características de la cobardía, enrolaban a "sus soldados" adoctrinándolos desde muy temprana edad, para ello se valían de la penetración política en las instituciones educativas y se orientaban con astucia a buscar jóvenes con las características que necesitaban. Casi como si se tratara de una secta, desfallecían por seducir a jóvenes con ansias de futuro y cargados de esa natural rebeldía pero desatendidos familiarmente en el arte de canalizar su desconcierto. Ese era el grueso del ejército que enrolaban sin que sus soldados lo supieran.

Por aquel entonces, hace 42 años, se hacía "la colimba" (para los más jóvenes pregunten más detalles a sus padres y abuelos sobre qué era la colimba). "La Colimba" se llamó al proceso que llegaba al momento en el cual los hombres, al cumplir sus 18 años, estaban en condiciones de ser reclutados y debían ingresar en las fuerzas armadas para realizar un año de servicio militar obligatorio -la edad de reclutamiento estaba entre los 18 y los 21 años-. Chicos sin preparación militar que durante un año se formaban en diferentes artes castrenses; telecomunicaciones, artillería, logística, paracaidismo y todo lo que tenía que ver con los diferentes puestos en la estructura operativa de cualquier fuerza militar, sea aérea, terrestre o marina. Hay muchas historias en torno a ese paso; anécdotas buenas y malas. Las buenas descansan más lejos en el tiempo y las malas son más cercanas; "la colimba" quedó sin efecto en el año 1994, luego de innumerables casos de abuso desmedido por parte de los militares sobre los jóvenes, escasez de recursos y pérdida de necesidad, rumbo y sentido de esa instrucción.

Durante la tarde del 5 de octubre de 1975, cuando los conscriptos (así se llamaba a los soldados que estaban haciendo "la colimba") estaban durmiendo, un grupo de cobardes entró de manera imprevista al lugar en donde los jóvenes descansaban, produciéndose una balacera que, como corresponde a la instrucción que tenían, fue repelida bajo la guía de sus superiores. Los que hicieron esa operación fue la organización Montoneros -la secta de cobardes mencionada en el primer párrafo-, y dieron a este ataque el nombre de "operación primicia". En el ataque murieron 28 personas, en su mayoría conscriptos que hacían "la colimba" -aunque también murieron una decena de esos cobardes que realizaron ese ataque-.

Montoneros fue una organización armada que hasta hoy ha sido no pocas veces reivindicada por diferentes miradas de quienes configuran los edificios conceptuales de nuestra historia política. Y hasta hemos llegado a leer a pensadores que creen ver en esa organización algo de romanticismo político (cuando en realidad solo se trató de un puñado de desquiciados que obtuvo financiamiento secuestrando empresarios y pidiendo rescate). Una organización que mostraba su mejor funcionamiento toda vez que atentaba a oscuras y de manera imprevista contra objetivos civiles, disfrazándose para entronizar en diferentes estamentos públicos -y privados- con los que podrían tener la capacidad para manejar -simbólicamente-, el sentido general de la sociedad civil para desintegrarla desde los cimientos en los que estaba construida, como lo eran las instituciones educativas, los medios de comunicación, organismos públicos y movimientos artísticos.

Hoy finaliza un día en el cual se cumplen 42 años de una masacre perpetrada por un grupo de personas que representó, probablemente, lo peor de los argentinos; la historia de los cobardes que buscaron algo de vigor e hidalguía probándose contra ciudadanos indefensos, atacándonos a oscuras, escondidos, sin mostrarse como eran. Así, como roedores alimentándose de basura, desplegaron su impotencia asesinando civiles de madrugada. Hoy se cumplieron 42 años del día de los cobardes, de los miserables; de los impotentes. Hoy se cumplen 42 años de una infamia con la cual comenzó el proceso mediante el cual la infertilidad dio el primer paso para tomar el poder político argentino.

Creo que el final de esos miserables llegó el 10 de diciembre de 2015. Y espero que así sea.