viernes, 1 de enero de 2021

El nauseabundo perfume de la libertad de expresión.


Hace 10 años Revista Barcelona (una letrina que tapa su hedor con el perfume de la sátira y se cubre bajo el concepto de "derecho a la libertad de expresión") hizo una contratapa direccionada a desprestigiar a Cecilia Pando y todo lo que representaba su reclamo. La tapa generó polémica por lo que ella contenía más allá de "lo satírico" (apelativo pueril que se utiliza como defensa ante la acusación de bullying).

En 2010 Cecilia Pando inició una acción legal y en 2017 la Sala D de la Cámara Civil confirmó el fallo en primera instancia contra la Revista Barcelona, imponiéndole una indemnización de 70 mil pesos. En aquel momento ese fallo generó el horror en el universo periodístico que se autopercibe "comprometido con lo social". Ingrid Beck, la Directora de la Revista, sostuvo: "más allá de diferencias políticas o ideológicas, este fallo vuelve a sentar un pésimo precedente para la libertad de expresión en el país”. En tanto que Martín Becerra, otro militantes camuflado de objetividad disfrazando sus posturas tras el ropaje de cierta conceptualización analítica, declaró; “con asombrosas contradicciones argumentales y una resolución divorciada de los fundamentos invocados, la Cámara de Apelaciones recorta con esta decisión los márgenes del ejercicio de la sátira y la crítica corrosiva sobre el accionar público de figuras públicas”.

Tanto fue el cántaro a la fuente que la semana pasada la Corte Suprema, priorizando el derecho a la libertad de expresión, revocó aquella condena por daños y perjuicios contra Revista Barcelona.

Bien, ante esto entonces dejo una humilde recomendación para quienes, aún horrorizados por aquella tapa, pueden llegar a coquetear con el argumento que versa sobre "el marxismo cultural y el triunfo de la izquierda gramsciana en las instituciones". Sugiero no ponerse a llorar acusaciones y comenzar a actuar golpe por golpe. La cosa es más sencilla; trabajar con las mismas herramientas pero en sentido contrario.

Hay que ir a los límites y probar los extremos analíticos de eso que nos venden como "sátira". Un buen intento sería armar una imagen como la que se hizo de Cecilia Pando pero, por caso, con Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto o Taty Almeida en ella (aunque en lugar de cuerpos contorneados bien podría utilizarse imágenes de pasas de uva o flores marchitas como para asegurar el golpe de efecto). Con ello se podría chequear el horror en la vereda de enfrente y probar hasta donde llegan los límites formales de eso que llaman "libertad de expresión" ¿Recuerdan el horror que generó la tapa de Cristina Fernández de Kirchner masturbándose con el poder? 

Seguramente a partir de esa respuesta comenzarán los llantos del tipo "no profundizar la grieta". Ya lo verán...

(dejo con esta entrada aquella contratapa, la cual tapé con el logo de la revista porque las normas comunitarias de las plataformas no me permiten colgar la contratapa original y en la parte inferior contrasté con las tres mujeres mencionadas)



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