martes, 19 de enero de 2021

Crisis, escasez y "neoliberalismo".

Hace semanas que en Argentina las fotografías de góndolas vacías de productos comienza a ser moneda corriente en las redes y plataformas informativas. Todo parece indicar que estamos ante un proceso de escasez en ciernes. Esperemos que esta situación pueda ser neutralizada y no llegue a la población de manera generalizada, manifestándose en forma cruda. Sin embargo, en caso de que esto suceda, debo pedirle al lector de esta entrada un par de favores acompañados de algunos comentarios: 

De suceder efectivamente ese proceso de escasez generalizada y, cada vez que el lector vaya a un hipermercado, super de barrio o mercadito de esquina y no logren conseguir ni siquiera papel higiénico, SOLICITO TENER A BIEN NO AGARRÁRSELA CON LOS LIBERALES (ni clásicos ni en su versión "neo") porque nada tendrá que ver el liberalismo o el "neoliberalismo" con sufrimiento alguno ante esa situación de escasez generalizada. 

Solicito, también, que ni se les ocurra pensar en una estupidez (que suele volver al ruedo ante cada crisis) divulgada a partir de un trabajo de Naomi Klein y que hemos conocido como "La Doctrina del Shock (que se repite en los ambientes de comunicación social en forma de cotorrerío). Esa teoría que sostiene qué, a partir de una gran crisis -muchas veces generada a propósito- los liberales y "los neoliberales" aprovechan para promover políticas de ajuste que dejan a la gente sufriendo. Por favor, ni se les ocurra repetir esa estupidez porque, les cuento, lo que sucede es precisamente al revés. 

Es porque la gente está sufriendo que aceptan -a regañadientes- las políticas que siempre despreciaron, tal como lo hace un perro malo que gruñendo acepta al desconocido que viene a curarle una herida. Es porque en ese momento perciben claramente cuál es la acción que conviene ante esa encrucijada, que permiten una ayuda que nunca antes debieron despreciar; las políticas liberales. 

Son las políticas liberales las que sacan a la gente de ese lugar a partir de esa aceptación. Pero la mayor parte de la gente no logra captar el lugar de la fuente de su salvación y dónde están quienes han acudido en su ayuda porque, como al liberalismo no le interesa hacer política con su acción justa ni está formado por cuadros que se alimentan de la adulación sino por ciudadanía civil cabal y consciente de su rol, SE ADMINISTRA DE MANERA EFICIENTE Y YA. 

Eso abre un hueco para la política de la adulación (que está siempre expectante). 

Aquella noble conducta liberal deja un espacio vacío que se va llenando con una parafernalia de parasitismo intelectual enquistado en -y apuntalado por- el financiamiento público. Toda vez que la administración correcta va haciendo que la crisis sea superada y todo mejora, se olvida el sufrimiento y esos espacios mencionados se ocupan con ejércitos de traductores políticos que se abocan a estigmatizar las causas de la mejoría: o sea, todo lo que huela a liberalismo. Y lo hacen porque son conscientes qué, de no hacerlo, quedarán sin nada y deberán ir por una vida en igualdad de condiciones al resto. Pero, al tener conciencia plena de sus limitaciones se dedican a estas traducciones politizadas para desplazar voluntades y vivir más allá de sus posibilidades reales. Y de esta manera se generan las condiciones para el devenir de una nueva crisis, PORQUE UNA SOCIEDAD PARASITARIA NO PUEDE MANTENER EN EL TIEMPO CONDICIONES DE BIENESTAR; tarde o temprano la falta de producción se manifiesta en forma de escasez. Es inexorable.

Así que por favor, le pido al lector una última cosa; cuando vuelva a observar abundancia en sus góndolas y perciba justicia en sus instituciones, no se vuelvas a equivocar a la hora de mirar donde estuvo la fuente de esas satisfacciones. Gracias.

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