miércoles, 7 de octubre de 2020

Heterodoxia y ortodoxia en economía (o de cómo quitar un rebelde tornillo)

La diferencia entre la corriente ortodoxa y heterodoxa en economía no pasa por la vulgata que versa "los ortodoxos piensan en átomos" y "los heterodoxos piensan en lo social". La diferencia entre estas corrientes pasa porque los primeros asumen el comportamiento libre de las personas y actúan con los parámetros de administración posible técnicamente adecuados, en tanto que los segundos asumen un comportamiento posible de inducir y utilizan cualquier tipo de herramienta que les venga a mano con tal de poder empujar a ese comportamiento imaginado. 

Me voy a valer de un ejemplo entre dos sujetos que intentan quitar un tornillo demasiado agarrado a una madera, y voy a mostrar sus actitudes -y aptitudes- ante el tornillo, también sus comportamientos tal como lo hacen ortodoxos y heterodoxos en economía. 

Un ortodoxo lo primero que hará será medir el tamaño correcto de la cabeza del tornillo, chequeará la dureza o blandura del material (para evitar deformaciones que puedan complicar el trabajo), abrirá su caja de herramientas, observará cuál es el destornillador correcto e intentará sacar el tornillo. Generalmente el tornillo sale sin demasiados problemas si se utilizan las herramientas adecuadas (algo de óxido en la rosca puede dar algún problema adicional pero en la caja de herramientas del ortodoxo habrá un aerosol para tal fin que compró luego de haber enfrentado tal problema por primera vez y lo pudo resolver con Coca Cola... 

El heterodoxo ante el mismo tornillo lo primero que pensará es "esto debe salir de ahí". No tendrá a mano una caja de herramientas adecuada y buscará en la cocina diferentes tipos de cuchillos (creyendo tener variedad que asegure una correcta adaptación a la cabeza del tornillo). Para comenzar a hacer fuerza el heterodoxo solo necesitará confirmar que ha logrado hacer ingresar la punta de uno de esos cuchillos en la cabeza del tornillo (no le importará la profundidad ni la geometría de palanca, tampoco reparará en la forma y le dará lo mismo si la cabeza es en cruz o recta). De esta manera, ante el primer empuje de fuerza, el heterodoxo quedará librado a la suerte o el milagro como elementos reales con posibilidades de hacer girar al tornillo; pero al heterodoxo generalmente la suerte le es esquiva y los milagros rara vez suceden. 

Ante el anómalo funcionamiento del particular protocolo comenzará el derrotero de empecinamiento y persistencia para lograr esa extracción (aunque ahora el heterodoxo potenciará la errónea ejecución sin darse cuenta); aparecerán las deformaciones de bordes de la cabeza del tornillo hasta que percibirá que los cuchillos están zafando. Al advertir que ya no puede ejercer fuerza alguna con la que pueda vislumbrar quitar el tornillo, comerá los bordes de madera contiguos a la cabeza para intentar la extracción tirando hacia afuera con una pinza. Ya con la madera rota manifestándose adelante de sus ojos comenzará a sospechar de su propia chapucería. Finalmente irá por una caja de herramientas y buscará un destornillador (aunque tomará uno de punta recta y no de punta en cruz). Si el tornillo aún se resiste -cosa muy probable porque ya tiene su cabeza completamente deformada- limará los bordes laterales del destornillador para que ingrese aún más en la cruz de la cabeza del tornillo. A esa altura el heterodoxo terminará cayendo en cuenta que es prácticamente imposible sacar ese tornillo sin romper algo que no debía haberse roto. 

Es en ese momento que el heterodoxo entregará -a regañadientes- la obra inconclusa al ortodoxo (en realidad se la tirará por la cabeza) y este último vendrá con la herramienta adecuada; el destornillador de punta en cruz. Sin embargo deberá quitar un tornillo completamente golpeado, con su rosca aún más agarrada porque ha sido cambiada en su geometría y una cabeza golpeada con escasa posibilidad de calzar la herramienta como corresponde para hacer fuerza de giro. 

El ortodoxo logrará sacarlo (no sin penurias ni fatigas para los materiales y para él) pero al culminar escuchará al heterodoxo gritar desde lejos algo que no sonará precisamente como un agradecimiento:
 
"Pero mirá el desastre que hiciste!!!"




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