sábado, 24 de octubre de 2020

Enseñanzas para el poskirchnerismo


La gran enseñanza que dejará el paso del actual gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández a la hora de la agenda de gestión que trazará un próximo gobierno no kirchnerista (y que esperemos esta vez sí, sea comprendida), deberá pasar por no tomar en serio el guion y la agenda de reclamos que, de seguro, volverán a impulsar desde las huestes kirchneristas cuando no sean gobierno.
 
Ha quedado demostrado que todo, absolutamente todo de lo que se quejaron durante 4 años no era más que un guion para posicionamiento militante. Los indicadores que supuestamente mostraban niveles de horror a partir de los cuales emanaban llantos a los cuatro vientos, hoy son terriblemente peores comparados al nivel de aquellos "años macristas". Años que los vio molestando mañana, tarde y noche en cuanto lugar pudieron hacerlo; desde la micromilitancia en el negocio de la esquina con una actriz berreta que gritaba llorando por no poder pagar los servicios ni darle de comer a sus hijos hasta la megamilitancia en plazas y calles que los mostró abrazando edificios públicos como si fueran un ejercito bolchevique enyoguizado (pasando por los piquetes a las entradas de las empresas de producción y los cortes de rutas nacionales). 

¿Qué ha sucedido que hoy hay un silencio sepulcral ante el desplome de aquellos indicadores que los hizo poner el grito en el cielo? ¿La pandemia? No. Nada de eso: 

Lo que ha sucedido es que se acomodaron donde querían; esa era toda su lucha. 

El kirchnerismo no lucha por una sociedad mejor, más justa, con menos pobreza y más oportunidades. El kirchnerismo lucha por atemperar la miseria propia mediante el acomodo publico; el kirchnerismo es la más fiel representación del gobierno de ñoquis para ñoquis (sacando excepciones y con independencia a alguna que otra corriente de izquierda que anda por ahí pululando). 

Recordemos esto a la hora de tener que escuchar nuevamente sus desgarradores gritos cuando ya no estén en el poder, puesto que la batalla no habrá terminado con el triunfo sobre esta gente en una elección; ahí precisamente es donde comenzará. Y la mejor forma de librarla inevitablemente deberá comenzar por no agachar más la cabeza con actitud de respeto por sus "dolores morales" (la pobreza, los desaparecidos, las injusticias y demás cuestiones que en boca de esta gente fueron, son y serán solo slogans). 

Esperemos que el próximo gobierno tome finalmente la enseñanza que por estos días este gobierno nos está dando. Para no volver a caer en el mismo error que cometió el gobierno anterior. Porque se puede.

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