domingo, 27 de marzo de 2016

Pegándole al Caniche.

El pasado 24 de marzo de conmemoró el aniversario número 40 del golpe cívico militar que sufrió la República Argentina en esa misma fecha del año 1976. Diversos actos se realizaron en lugares emblemáticos y plazas centrales de las principales ciudades de nuestro país. Y diversas respuestas ante el recordatorio decantaron -como de costumbre-, en los tradicionales golpes de efecto de la izquierda combativa; la clásica franquicia estadounidense McDonald's sufrió nuevamente atentados contra alguno de sus locales. Dejaré unos comentarios al respecto, los cuales no tienen un abordaje sistemático conceptual sino una común aproximación callejera -como tanto gusta hacer con sus actitudes el cobarde y anticuado militante de frontera anti imperialista-.

Aquellos que la van de guapos tirando una molotov en a las puertas de un McDonald's, en el cual saben que en su interior solo hay adolescentes que están intentando dar comienzo a la carrera de sus vidas con su primer trabajo y no ofrecerán ningún tipo de resistencia -sino más bien temor y silencio-, despliegan la cobardía de quien le pega un puntapié al Caniche Toy de la novia de un patovica luego que éste no lo dejó entrar al boliche; el revolucionario de cotillón acostumbrado a romper vidrieras y despotricar en las esquinas sería el primero en rendirse y orinarse pidiendo clemencia al enemigo enfrentando circunstancias de valientes.

Supongamos que un pase mágico los expone a luchar de manera directa por la causa que consideran justa y cambia el entorno y el estado de situación. Supongamos que de repente estos payasos anti sistema se encontraran en una selva o un desierto, adentro de un agujero, en medio de la noche y, aturdidos por el helado silencio que saben como medida de la mentira del contrincante que los espera apuntándolos a la cabeza con un infrarrojo, se les ordena salir y correr en zigzag contando 7 segundos para tirarse cuerpo a tierra y volver a repetir el movimiento. Y así correr y avanzar, correr y avanzar...

De seguro estos harapientos militantes suburbanos -acostumbrados a la pantomima callejera-, serían los primeros en rendirse expuestos al desafío de recibirse de verdaderos soldados revolucionarios, precisamente porque son los que se muestran más guapos adelante de un niño que saben, no les opondrá resistencia. Pero quedarían congelados adelante de hombres que saben, defenderán lo suyo hasta las últimas consecuencias. Si son tan guapos y revolucionarios; ¿por qué no intentan pegarle al patovica en lugar de de hacerlo con la mascota de su novia?. ¿Un poco de combustible, un trozo de trapo y un encendedor para asustar a un grupo de adolescentes adentro de un negocio es todo lo que tienen para luchar contra "el imperio"?

Lo reitero: quien rompe la vidriera de un McDonald's como forma de protesta anti imperialista, está pegando una patada al Caniche Toy de la novia del patovica como respuesta a una negativa inesperada. Y una cosa más: de la misma manera que la miserable respuesta expresada en la actitud ante la mascota da la razón al musculoso por haber negado el ingreso -confirmando su buen olfato para aplicar el derecho de admisión-, la cobarde acción que destroza esas vidrieras muestra que el imperio tiene razón al excluir al despreciable de su rango.



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