viernes, 6 de marzo de 2020

El lastre.


La gente de las fotos que acompañan esta entrada forma parte de la última camada de un grupo de personas que desde hace aproximadamente 70 años comenzó a militar políticamente para cambiar el sentido simbólico de la vida económica, civil e institucional de la República Argentina.

Esta gente y toda su corriente política nació, creció y se desarrolló en base a invertir la lógica secuencia entre medios, fines, causa y efectos; a partir de lo que lograron establecer -entronizando en las instituciones educativas y todo medio posible de amplificar sus elucubraciones-, una persona promedio, en argentina, cree que la necesidad otorga derechos y que el derecho como la garantía para alcanzar una necesidad mediante el esfuerzo propio, es un engaño histórico perpetrado por clases acomodadas para mantener en mansedumbre a las personas más desposeídas, privándolas de derechos. Esta gente logró que el promedio de la ciudadanía argentina confunda derecho con obligación, creyendo que es antes la acción de espera por recibir (porque es obligatorio e imperativo moral el hecho de "dar"), antes que ejecutar el propio derecho a hacer libremente (seleccionando lógicamente producir previamente para dar en consecuencia y ejercer así el pleno derecho a ser, en libertad).

En los inicios la generación que gestó el movimiento en el que dicen estar estas personas, se alimentó de un entorno que rebozaba de riqueza heredada y pudieron ejecutar -en la práctica- la falacia de sus elucubraciones; pudieron así esconder de manera provisoria el esencial yerro de combatir lo que naturalmente es imposible hacer si es que se quiere mejorar progresivamente. Así los slogans "combatiendo al capital" y "redistribuyendo la renta" encarnaron en la sociedad como una condición no solo posible, sino también altruista. De esta manera construyeron su propio universo de mansedumbre, logrando eliminar de las personas toda posibilidad de apropiación conceptual de lo más básico de un proyecto económico para afrontar la vida. Esta gente empujó a la ciudadanía a que olvide sus obligaciones civiles y las lobotomizó dejándolas en espera del derecho obligatorio que el Estado DEBÍA otorga. Pero en ese contexto, con esa conducta, esta gente también gestó su propia anomalía; y la fantasía hasta aquí ha llegado: Un Estado Nación que sin poseer una ciudadanía apta como vehículo para la creación de riqueza y la obtención de recursos, se fue quedando progresivamente sin ellos y ya no puede continuar garantizando aquellos derechos que todo el mundo pedía sin producir lo necesario para que les sean otorgados. Y de esta manera ese estado famélico comenzó a pretender garantizarlos imprimiendo billetes, haciendo crecer aún más la ficción, generando rebotes inflacionarios permanentes que nos empobrecen más y más y más.

Y hoy estas personas continúan festejando una victoria pírrica, posan con los dedos en V cantando una marcha demodé que no solo nada dice, sino que los expone como lo que son; una manada de idiotas maleducados que no alcanza a captar que están rodeados de un mar de pobreza que en breve comenzará a inundar sus propias ambiciones debido a sus propias torpezas.




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