domingo, 13 de octubre de 2013

Juan Cabandie, o el arte de la militancia láctea.



Luego de un día plagado de noticias políticas, entre las que se destaca la aparición de un vídeo en donde se lo puede observar al candidato a diputado Juan Cabandie increpando a un oficial con el que mantiene una discusión contravencional, no he podido dejar de pensar en paralelo, en las familias que han de estar pasándola mal por una sudestada a la vera de un río, en un cartonero que está pensando en sacarse la grande deseando un milagro contenido en una bolsa de basura. En una persona alcoholizada que camina la calle zigzagueante llorando las penas de un arrepentimiento profundo sobre el camino pasado. A la par de todo eso, decía, no puedo dejar de pensar en esa imagen del día.
La imagen de un muchacho arrogante increpando a una persona a la que sabe con menos recursos disponibles para devolver una respuesta. Un funcionario público tomando envión y nutriendo una valentía vacía gracias a la toma de consciencia de saberse con una ventaja que lo pondrá, petulante, en un pedestal –nunca discutido por cierto-. Y ahí se lo ve, balbuceando sobre un supuesto pasado militante del cual, haciendo las cuentas, solo habría formado parte como demandante de chupetes y pañales.

A ese personaje de alguna manera lo hemos construido todos. Y solo sobre la base de comprender profundamente la esencia de esa creación, podremos evitar nuevas apariciones de esta especie.