miércoles, 18 de junio de 2008

Plaza de la confirmación

Estoy observando el acto de Plaza de Mayo. Están cantando el Himno Nacional Argentino. En medio del palco, sola, con una mano en el pecho lo entona nuestra presidente, pero no solo hace eso…

Se mece de un lado a otro en un movimiento sutil, mira hacia abajo con ojos de melancolía provocada, su imagen es la de toda una víctima de las circunstancias, casi como un pequeño niño luego de hacer una travesura. Parece estar actuando…

Comienza el discurso, sobrevuela el espíritu de Eva Perón. ¿Estará actuando o estará poseída?

¿Es posible que a los argentinos nos sigan cabalgando en la cara de una forma tan profana, acotada y predecible como lo siguen haciendo mediante este guión escénico de cabotaje?

¿Es posible que el mundo intelectual se enceguezca con la luz del discurso “humanista” que emana de las fauces de un dragón político incinerador de humanidad?

¿Quién o que intereses han conspirado para instaurar un acotamiento de civilidad tan perfeccionado?

¿Que especie de elucubraciones ha cercenado tan profundamente la lucidez de esos intelectuales que la acompañan? El misterio es tan oscuro y la apariencia tan patética que solo una casualidad teórica podrá poner luz a esta situación histórica

De todas formas hay una categoría que me seduce y acerca racionalmente a esa somnolencia intelectual que apoya esta magnificencia bipolar; la del imperialismo.

Estoy de acuerdo y lo comprendo observando este acto. Al ver a la presidente rodeada de un séquito de obsecuentes, de intelectuales aletargados que la apoyan desde un costado del palco, esas pobres madres que hacen lo que pueden desde hace más de 30 años… solo me queda una confirmación que emana de un recuerdo.

Viene a mis pensamientos lo que mencionó un amigo ingles tras bambalinas en un encuentro; “Si pretendes empobrecer una Nación para dominarla, subsumirla al más profundo fracaso y dependencia. Si quieres hacerlo sin controlarlo, si quieres que todo se logre mediante un piloto automático, solo tienes que hacer una cosa. DADLES PERONISMO, EL RESTO SE LOGRA SOLO…”

Al ver el acto, (los actos) solo puedo pensar que aquel hombre tenía razón.

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