Aquellos que la van de guapos tirando una molotov en a las puertas de un McDonald's, en el cual saben que en su interior solo hay adolescentes que están intentando dar comienzo a la carrera de sus vidas con su primer trabajo y no ofrecerán ningún tipo de resistencia -sino más bien temor y silencio-, despliegan la cobardía de quien le pega un puntapié al Caniche Toy de la novia de un patovica luego que éste no lo dejó entrar al boliche; el revolucionario de cotillón acostumbrado a romper vidrieras y despotricar en las esquinas sería el primero en rendirse y orinarse pidiendo clemencia al enemigo enfrentando circunstancias de valientes.
Supongamos que un pase mágico los expone a luchar de manera directa por la causa que consideran justa y cambia el entorno y el estado de situación. Supongamos que de repente estos payasos anti sistema se encontraran en una selva o un desierto, adentro de un agujero, en medio de la noche y, aturdidos por el helado silencio que saben como medida de la mentira del contrincante que los espera apuntándolos a la cabeza con un infrarrojo, se les ordena salir y correr en zigzag contando 7 segundos para tirarse cuerpo a tierra y volver a repetir el movimiento. Y así correr y avanzar, correr y avanzar...
De seguro estos harapientos militantes suburbanos -acostumbrados a la pantomima callejera-, serían los primeros en rendirse expuestos al desafío de recibirse de verdaderos soldados revolucionarios, precisamente porque son los que se muestran más guapos adelante de un niño que saben, no les opondrá resistencia. Pero quedarían congelados adelante de hombres que saben, defenderán lo suyo hasta las últimas consecuencias. Si son tan guapos y revolucionarios; ¿por qué no intentan pegarle al patovica en lugar de de hacerlo con la mascota de su novia?. ¿Un poco de combustible, un trozo de trapo y un encendedor para asustar a un grupo de adolescentes adentro de un negocio es todo lo que tienen para luchar contra "el imperio"?
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