domingo, 26 de junio de 2016

El Reino Unido se Desprende de la Comunidad Europea.

Parece ser que los que votaron por la continuidad de la permanencia del Reino Unido en la Comunidad Europea, y que perdieron por un margen relativamente escaso, han comenzado a juntar firmas para que la elección se vuelva a realizar. En el argumento para hacerlo no sostienen que su intención se trate de poner claridad a un fraude ni nada por el estilo. El argumento solo se sostiene por dos pilares esenciales. Por un lado indican que el resultado no es el correcto –llamativo argumento por cierto puesto que la postura demuestra que para ellos de antemano habría uno y solo un resultado posible y el referéndum es solo una escenografía de tal cosa-, y por otro lado sostienen que las diferencias proporcionales acentuadas entre las diferentes estructuras de los votantes, promovería una especie de injusticia para con ellos mismos. Este último argumento también es llamativo de cara a la aceptación de un escrutinio general como vehículo para la toma de decisiones de tal envergadura para una sociedad. Intentaré dar mi punto de vista ante estos dos argumentos.

Respecto al primer argumento resulta llamativo observar personas que creen consistente y válido aglutinar un volumen de firmas importante para realizar un nuevo referéndum, si no hay denuncia alguna de fraude o sospechas firmes sobre la manipulación del resultado del proceso. Pero vayamos a un ejemplo para mostrar lo inconsistente de tal postura. 

Imaginemos que logren juntar 5 millones de firmas para volver a hacer el referéndum de marras, bien. Ahora hagamos el siguiente ejercicio y luego comparemos el mismo con el caso que estamos analizando. Supongamos que grupo de 30 millones de personas se ve empujado a tener que decidir por A o por B, y el resultado final da un triunfo a A por sobre B de 16 millones a 14. Ha ganado A. NO HAY ATENUANTES. Y no los hay siempre que no haya una denuncia de fraude. Ahora, supongamos que los 14 millones que optaron por B, no conformes con el resultado comienzan a juntar firmas, podrían llegar a juntar 14 millones de firmas ¿esto invalidaría el resultado del referéndum si el mismo no fue fraudulento? Definitivamente no. Es más, quienes optaron por B, y perdieron, podrían llegar a conseguir hasta 30 millones de firmas para volver a pedir por un nuevo referéndum si es que apelan correctamente a la conmiseración de los 16 millones de votantes que ganaron al hacerlo por A -los cuales en una especie de obra de bien mirando el desasosiego de los perdedores podrían otorgar la firma solicitada solo para congraciarse con el pesar del derrotado-. Aun así y consiguiendo correspondientemente el número total de firmantes en el número total de votantes, el resultado original continúa siendo legítimo y las firmas no son argumento suficiente para volver a realizar el referéndum. Puesto que no hay denuncia de irregularidad. 

Ahora vayamos al otro argumento, el generacional. Se dice que hay una amplia mayoría de votantes jóvenes -del grupo etario que va de 18 a 24 años- que votó mayoritariamente por la permanencia en la Unión Europea. Se sostiene que este grupo al tener una expectativa de vida de 90 años, cargará toda su vida con una decisión contraria a la que ellos tomaron puesto que la diferencia que torció el resultado en su contra se dio en los grupos etarios de mayor edad (en especial aquellas personas de más de 50 años en un proporcional menor y las de más de 65 años en una proporción mayor de diferencia por la salida). De esta manera, el argumento indica que quienes inclinaron la balanza a su favor no pagarían los costos de la mala decisión, dado que en pocos años más ya no estarán en esta tierra. En cambio los jóvenes deberán cargar con una mala decisión que tomaron otros que ya no están. Sin entrar en el análisis conceptual que remitiría a la ingeniería social como elemento inviable para el estudio de nuestras decisiones, debo indicar que la falacia de tal argumentación montada en la teoría del “choque generacional”, solo observa un lado del problema. Y la observación parcial posee un doble carácter negativo. Por un lado –al igual que en el primer argumento-, sostiene que el resultado es malo de antemano (puesto que presupone que la salida será indefectiblemente un costo para los jóvenes y no permite la posibilidad de que sea una decisión correcta). Por el otro, el anclaje generacional desde la negativa es también una observación que mira una sola parte del problema -si es que lo hay-, puesto que propone más carga de valor al votante joven tomando su desarrollo de vida futuro en las consecuencias de la decisión, y descarta el desarrollo de vida pasado en el votante adulto. De esta manera se deja de lado uno de los parámetros que hacen al aspecto cuantitativo y cualitativo de la comparación generacional, el de la experiencia de vida transcurrida. Este parámetro debería ser ponderado inexorablemente si se pretende igualar el marco analítico para brindar consistencia y seriedad al mismo. La dotación de información retrospectiva para tomar una decisión de cara al futuro es central en este punto, puesto que también estos votantes tienen un compromiso generacional para con sus descendientes directos, y se entiende que desde una lógica puramente racional, su decisión se compromete claramente para con el futuro que observan para con sus descendientes directos. Si uno toma ese argumento tal cual lo intentan promover, deberíamos pensar entonces que los hijos deberían decidir qué trabajo deben tener sus padres, puesto que las consecuencias de tal decisión corresponden al desarrollo futuro de sus vidas. Esta es la segunda incongruencia en torno a los análisis que se pueden observar en diferentes portales. 

Finalmente está el argumento -que no he mencionado en el inicio de este escrito-, de las diferencias geográficas y laborales. Aquí parece descansar un análisis más pormenorizado y serio, sin embargo, no alcanza a ser un argumento de rigor o valor para volver atrás con la decisión tomada, si Irlanda y Escocia no votaron a favor, pero contabilizando todo el Reino el resultado es contrario a sus intereses, el problema comenzará a ser del Reino Unido, y no un problema de la Comunidad Europea. Tampoco es argumento suficiente para solicitar un nuevo referéndum.

Las naciones deciden su destino y su futuro sobre la base de la voluntad de sus participantes, solo respetando los resultados cuando estos son claros y no están teñidos de sospechas, es que pueden lograr llevar a sus participantes el mayor grado de justicia posible, encontrados a las circunstancias que los obligan a decidir. Cuando hablamos de Reino Unido de la Gran Bretaña NO estamos hablando de un proceso escrutinio en una "República" unipersonal africana o una elección en una zona fronteriza sudamericana, en donde se pagan votos con dinero trayendo miles de inmigrantes para que voten portando un documento con domicilio transitorio otorgado en forma fraudulenta, definiendo una elección por escaso margen. Aquí estamos hablando de una sociedad que tiene este mecanismo y lo desarrolla con el rigor y la seriedad de cientos de años de historia. Con independencia de otros tantos factores negativos por los cuales podremos criticarla, entiendo qué, en este caso, quienes critican el resultado del referéndum por el resultado en sí mismo, no están condiciendo con el hecho en sí del referéndum. ¿Por qué hacer un llamado a decidir si la decisión posible ya está de antemano argumentada?

Triunfó la decisión del pueblo del Reino Unido de la Gran Bretaña, y tal decisión nos está diciendo que quieren dejar de participar de los marcos de la Comunidad Europea, no es más que eso. Aunque es todo un dato. Entiendo que debemos analizar las posibles consecuencias, pero no criticar el resultado. En principio para comprender cuál sería el mejor lugar que podría ocupar Argentina en este nuevo contexto que a partir de ahora se abre.


jueves, 23 de junio de 2016

Las Monerías de "Dios".


No había visto completa la entrevista de Víctor Hugo Morales a Diego Maradona. Me llamó particularmente la atención el séquito que rodeaba a ambos y que reía y festejaba cada definición de menoscabo que realizaba Maradona sobre el Presidente argentino Mauricio Macri. En especial cuando hacía una especie de sutil bullying al ironizarlo indicando que "no sabía leer" -sin tener en cuenta que puede haber personas que con independencia a sus recursos pueden presentar trastornos fonoaudiológicos como los que aparentemente posee el señor Mauricio Macri-.

Es verdad, no podemos esperar o pedir a Diego Maradona que se detenga a dar cuenta de este tipo de reflexiones, su capacidad es inexistente para hacerlo, no ha sido nutrido ningún tipo de elemento sensible en su crianza y desarrollo vital para que eso suceda. Tampoco podría esperarse lo mismo del séquito acostumbrado que lo acompaña y festeja; si una foca solo repite, aplaude y vocaliza, imaginen el nivel de quienes repiten como focas lo que las focas hacen...

El punto llamativo en esto es la posición de Víctor Hugo Morales en esa mesa. Un tipo que ataca la discriminación aplaudiendo a un discriminador serial. Un tipo que lucha por las injusticias sociales, y que sin embargo se lo ve en una clara postura de discriminación social -aunque sutilmente camuflada por su propia sublimación-. El señor Morales parece mirar desde un pedestal intelectual las puerilidades de Maradona, al cual lo disfruta viéndolo como al niño de la villa que sobrevivió altivo al desafío de las diferencias de clase, pero que enternece haciendo sus monerías. Víctor Hugo disfruta a Maradona cual inmisericorde transeúnte levanta un perro de la calle para agradar a una dama. Solo le falta al relator uruguayo darle una galleta para que su mascota continúe hablando y, con ello, continuar su deleite conceptual contra sus enemigos.

Y todo desarrollándose ante un séquito de reidores y festejantes de una triste imagen de la cual no tienen ni la más mínima idea sobre aquello que los está haciendo reír y festejar. Esos idiotas ¿se habrán dado cuenta que no se están riendo de Macri sino que se están mofando de su propio ídolo?


miércoles, 22 de junio de 2016

Las Miserias de Eduardo Aliverti


Eduardo Aliverti, uno de los más respetados editorialistas al cual rinden pleitesía los kirchneristas, ha analizado los acontecimientos de la causa López -la de los bolsos con dólares en el convento-, una vez más en términos de buenos o malos, limpios o sucios, dignos o indignos, merecedores o inmerecidos, ricos o pobres, víctimas o victimarios, dictadores o demócratas.

Claro, ha puesto a los malos, sucios, indignos, inmerecidos, ricos, victimarios y dictadores, del lado de los acusadores. Y ha puesto a los buenos, limpios, dignos, merecedores, pobres, víctimas y demócratas, del lado del sufrimiento al que las circunstancias ha empujado. Y estos últimos no son otros que los propios kirchneristas engañados por esa especie de monstruo de la tropa propia que por tres décadas ejerció la función de cajero de la obra pública del movimiento que los aglutinó, engañando a todos y haciendo las mieles de los genocidas de otrora que se regodean con la noticia.

Aliverti intentó, mediante su editorial, definir al natural sentido de justicia -expresado en las exclamaciones de augurio ante el avance de la investigación que nutre una causa justa-, en términos de una especie de "goce orgásmico de gente mala". Y ha intentado poner de relieve que hechos como éste son solo una nimiedad ante otros tantos de antaño que han quedado sepultados con el paso del tiempo y el relato de la historia. Y, como era de esperar en este empalagoso sujeto, sacó el comodín acostumbrado; la dictadura.

Nuevamente nos ha retado desde su tedioso pedestal moral, mirándonos desde una supuesta altura -que no es tal-, pretendiendo corrernos con la culpa. Sutilmente nos alza la voz argumentando que los ciudadanos de a pié que solo trabajan, pagan impuestos y peajes políticos, somos una especie de idiotas que solo aplaudimos nimiedades como focas haciendo las mieles de las élites -a las que este burro llama "derechas"-, las cuales chupan la sangre del pueblo argentino.

Sujetos como Aliverti son la causa de nuestra pobreza generalizada, no su solución. Con su tarea camufla el accionar más regresivo de una sociedad, un proceso que podríamos definir como "redistribución inversa del ingreso", que fluye desde los más necesitados y que más trabajan hacia los que menos generan y más necesitan. Proceso tan bien pergeñado por -y representado en-, la casta política que conforma su movimiento. Aliverti pretende dar vuelta el derecho y la legitimidad acusatoria del ciudadano honesto extirpando su potencial indignación, y lo recrea como un idiota inconsciente apto para el escarnio público.

Este sujeto es la cusa y no la solución porque precisamente ha dedicado todo su esfuerzo intelectual para justificar las tropelías políticas que se han dedicado a romper antes que a crear, a golpear antes que a tender la mano, a señalar antes que a comprender, a dicotomizar antes que aunar, a envilecer antes que a enaltecer.

En definitiva, A EMPUJARNOS AL EMPOBRECIMIENTO ANTES QUE AL CAMINO DE LA RIQUEZA.

El día que nos desprendamos definitivamente de este tipo de sujetos y personajes seremos una sociedad mejor, más noble, justa, sincera y rica. Ya no tengo absolutamente ninguna duda.