lunes, 24 de agosto de 2020

La Argentina devaluada


El peso es el medio con el cual se financia el sector público.

El dólar es el medio con el cual se financia el sector privado.

El "cepo al dolar" es la manifestación de la capacidad de extorsión legal que tiene la administración publica por sobre la administración privada. Y esto es posible, entre otros, por dos factores principales.

- Por mansedumbre ante los dictámenes de la burocracia pública.

- Por no tener clara la diferencia entre "Estado" y "administración pública".

Respecto del primer punto podemos decir que la mansedumbre se da por acostumbramiento.

Respecto del segundo, hay que puntualizar: El Estado engloba al sector público y al sector privado; la administración pública es el núcleo operativo del Estado y, en tanto tal, está al servicio de ambos sectores -público y privado-. Olvidar esa categoría puso al ethos de la administración pública a funcionar como administración de Estado contra el sector privado, y en el universo de relaciones burocráticas el olvido hizo que la administración pública funcione solo como brazo político de grupo circunstancial. Así las cosas, las elecciones dictaminan el sentido de los intereses de la administración pública y éstos, a su vez, los del grupo político triunfante; desapareció la administración pública profesional y con ella va desapareciendo el sector privado.

El precio del dolar y su escasez refleja aquellos puntos.

domingo, 16 de agosto de 2020

Una bella pandemia argentina

Durante la última conferencia de prensa que el Ministerio de Salud de la República Argentina ha realizado para comunicar el estado de avance de gestión ante la pandemia Covid-19, hubo un hecho llamativo que sorprendió a propios y extraños: Los funcionarios, luego de dar el parte informativo, realizaron una coreografía con una artista infantil digna de los instantes posteriores al final de una película de Bollywood. Resulta ser que la payasa que apareció en la conferencia de prensa era “La payasa Filomena”, una integrante del grupo infantil “Vuelta Canela”, y parece ser que el fuerte de este grupo es “ser respetuosos de las infancias” y no tratar a niños y niñas como “productos consumibles”. En un intercambio se me ha sugerido -de manera indirecta- "ponerme a pensar" porque, me dicen, se trata de “muy buenos artistas que no tratan a los niños y niñas como tontitos”. También se me informa que en esa línea hay excelentes “productos musicales” que rescatan “la línea pedagógica iniciada por María Elena Walsh y que con el tiempo se fue abandonando por productos musicales mercantilistas enlatados”. 

Es una pena; que tan buenos atributos e intenciones no hayan sido acompañados por estos artistas con la suficiente sensibilidad cognitiva como para advertir que los estaban rifando al transformarlos en una patética pantomima por exponerlos en el lugar equivocado, es realmente una pena. 

Se trataba de una conferencia de prensa cuyo objetivo era brindar información sobre el número de víctimas fatales, infectados, recuperados y estado de situación de avance de una pandemia por la cual se ha encerrado a la población -al menos bajo pena legal por incumplimiento- por más de 150 días.
Me llama la atención la incapacidad que existe en nuestro medio para separar ficción de realidad y anhelo de pensamiento, lo que empuja a captar las circunstancias de una manera tan equivocada que se interpretan los contextos casi de manera inversa a lo que ellos manifiestan. 


Aún no tengo claro si esto se da espontáneamente o hay todo un sistema de educación para tal anómalo sentido de orientación. Hoy no es poca la gente que cree, realmente convencida, que sería deseable tratar a la ciudadanía como Guido Orefice trató a Giosuè en "La Vida es Bella". Es increíble (quiero pensar que lo sugieren por un exceso de bondad y no como arma comunicacional de distracción conscientemente premeditada). El actual momento no pide el desarrollo de patéticas pantomimas desde un púlpito público, nos exige mayor responsabilidad, rigor y simetría ante las circunstancias: eso es lo mejor que podemos hoy hacer por la vida.

martes, 4 de agosto de 2020

Argentina, ciudadanía y autoridad.

Siempre pienso que eso que llaman "argentinidad" tiene mucho de alcahuetería y sumisión ante la autoridad (características que en nuestro país se dejan ver en forma de una rebeldía siempre inconclusa).

En el pasado siglo el estereotipo argentino de "buen ciudadano" tenía características bien distintivas; generalmente se trataba del don nadie del pueblo, era la chusma que sabía vida y obra de todo el poblado y, siendo un bueno para nada, de buenas a primeras sorprendía apareciendo un domingo a la tarde dando charlas de moral y buenas costumbres hablando de "Dios, patria y familia" desde el púlpito de la sociedad de fomento (que presidía por ser amigo del comisario, el cura y el juez). 

Desde la aparición de la pandemia, en argentina volvieron a ponerse de manifiesto aquellas característica de tal particular ciudadano modelo del siglo pasado (aunque hoy muestran cierta metamorfosis dado que están encarnadas en los nuevos formatos generacionales); la vileza de conducta para con el resto acompañada de esa sumisión rastrera ante el poder circunstancial que mostraba aquel servil bueno para nada, hoy en cuarentena vuelve a circundar argentina de una manera tremebunda:
A aquel despreciable sujeto, en el actual contexto, no solo lo están encarnando los actuales -y siempre imbéciles- militantes de ocasión que ponen los dedos en V y salen a señalar personas solo porque las ven caminando por la calle o por verlas sentadas en su propio bar tomando un café en solitario (bar que debieron abrir para mantener, al menos, sin humedad ante el vacío de clientela); hoy hasta tu primo y tu vecino te señalarán para que vayas preso por comer un asado con amigos. 

Argentina, un país con "buena gente".