En las últimas horas, y ante una sucesión de eventos impredecibles que atañen a la política económica, nuevamente la presidente argentina ha optado por la opción de fuga, aunque con algunas diferencias de destino: Si en otros momentos de tensión la fuga se dio con destino interno -El Calafate-, ahora optó por un desafío superior; Cuba.
El significado simbólico desde lo político que presenta este destino, amerita un pequeño intento por presentar lo que sería la estrategia de la presidente dadas las circunstancias impredecibles a las que nos tiene acostumbrados y, también, como no, la humilde recomendación de este pequeño ciudadano.
Parece ser entonces que la última jugada de Cristina es bastante estratégica y no menos elucubrada con esa clásica agudeza de visión de contexto y momento; sus movimientos no solo serán para la tropa propia, sino también para círculos rojos cercanos. Me explico.
Volverá de Cuba con con los jirones de Fidel Castro para que lo atiendan como un Rey en el hotel del Calafate (ya negoció paz y tranquilidad para el viejo dictador en sus últimos días). Luego, apelando a la tradición mortuoria de los movimientos socialistas totalitarios, embalsamarán a esa reliquia que llaman líder y la pasearán por todo el país. De esta manera sellarán el mito y asegurarán 7 generaciones más de idiotez utopicista.
Es probable también que hayan sellado un doble beneficio; por un lado, un intento por lograr la distracción adecuada para lo que resta de gobierno cristinista, y por el otro, descomprimir al viejo dictador de la amargura de presenciar -en sus últimos días-, la lenta pero inexorable liberalización de la que otrora fuera su isla.
En efecto, un marchito Fidel habría transmitido a nuestra mandataria lo insoportable de presenciar el sangrado de aquello que se apropió durante toda una vida para moldearlo a su gusto y medida, y sentir no solo el desvanecimiento de esa meta, sino la punción de una pregunta incómoda que retumba en su cabeza, que sería la siguiente; "¿Y si en realidad eso que he transmitido como anhelo universal, y con flemática firmeza a lo largo de mi vida, es tan solo un trozo de ego propio?". Podría ser que la interpelación violenta de esta pregunta habría empujado al dictador caribeño a cambiar de aposentos en sus últimos días y mudar su distracción al Calafate.
De todas maneras hay un problema con la propuesta de Cristina, y es probable que el aún chúcaro Fidel la ponga en vereda con la sola mención a su momificación, puesto que esto supondría su muerte antes de 2015, y el dictador aún conserva la fuerza mental suficiente y el grado de malicia necesaria como para pensar que todavía no quiere morir. Y aquí entonces mi humilde recomendación.
¿No sería más sencillo, menos costoso, sin riesgo y calzado al momento histórico, sugerir a ambos personajes que intenten ayuda mutua para minimizar el golpe de enfrentarse a sus inexorables caídas?
¿No podríamos acaso poner por un lado al dictador ante la verdad en sus últimos días para brindarle paz, mostrando que Cuba no se desangra sino que, por el contrario, se encuentra absorbiendo más suero conforme la proporción de líquido que pierde el viejo tirano que la llevó a ese lecho?
¿Será muy complicado enfrentar a la diva argentina ante la verdad que muestra los síntomas claros del lento pero inexorable sangrado de su propia utopía, esa que al igual que reverbera en aquella pregunta que campea los esos del marchito anciano, no sería más que un trozo de ego personalista travestido en anhelo universal?
¿Será posible?
Porque el saber no se obtiene buscando un conocimiento completo, sino captando nuestra ignorancia adecuada.
domingo, 26 de enero de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
VÍCTOR HUGO MORALES. UN PERSONAJE PELIGROSO.
Dada mi tendencia al masoquismo conceptual, pero también a mi necesidad de estar medianamente informado y no hablar por boca de jarro, hoy me tapé la nariz y cerré los ojos como quien se tira a nadar en un charco de materia fecal, y sintonicé radio continental para escuchar el editorial de Victor Hugo Morales luego de la reaparición de Cristina Fernandez de Kirchner. Esperaba muchas referencias a las palabras “neoliberalismo” “corporaciones” y “poderosos”, aunque no tantas veces repetidas –como efectivamente sucedió-, con tan pocos segundos de separación entre pronunciación y pronunciación.
Si bien no es novedad que el uruguayo emane esta especie de piñas al aire y al revoleo (de hecho ha escrito un libro que se llama “Un Grito en el Desierto”), el guion de su editorial es preocupante, precisamente por el camino que tomó más allá de los slogans acostumbrados por este señor -y previsiblemente expuestos-, cuyos editoriales son más parecidos a una coreografía de una porrista oficial que a un análisis profesional de una persona que maneja su materia.
La alarma se encendió cuando el señor Morales indicó claramente y sin tapujos que en una guerra ya declarada, y para el caso de Argentina, no solo hay enemigos externos, sino que el más fuerte es el enemigo interno, ese que está atacando por tierra, aire y mar -y camuflado sin que lo podamos identificar en forma clara-, con todas sus fuerzas para derribar en esta guerra a un gobierno popular. Y que hay que estar atentos y a la altura de la circunstancias.
La teoría del enemigo interno es la que se esgrime en cualquier proceso dictatorial para generar el contexto adecuado para legitimar una cacería persecutoria por parte del poder de turno de cualquier sociedad. No obstante, el señor Morales también dejó sutilmente trazada una línea en este sentido, y dejó sentada la palabra "neoliberal". Este concepto correspondería a cualquier cosa que no esté en línea a estas "políticas populares" y, por cierto, con ese sello puesto, cualquiera de nosotros simplemente por expresar un desacuerdo, pasa a ser susceptible de persecución hasta extinción.
Espero que este señor, que ha sido el primero en vomitar sobre la práctica profesional periodística allí por la década de 1980, cuando sentó puerilmente el precedente que muestra a los periodistas dirimiendo rencillas personales delante de un micrófono -sellando una catadura moral digna de un miserable cobarde-, tenga la entereza de rectificar su editorial del día de la fecha.
Mi argumento es sencillo; con sus palabras y conceptos, Víctor Hugo Morales ha puesto en riesgo mi vida en favor del poder público, dado que soy un ciudadano que, aplicando los argumentos por este señor esgrimidos, puede ser, potencialmente, foco de futuros señalamientos y persecuciones, de penas y escarnios, y de todo lo que pueda hacer el aparato del estado contra un ciudadano desprotegido.
Si bien no es novedad que el uruguayo emane esta especie de piñas al aire y al revoleo (de hecho ha escrito un libro que se llama “Un Grito en el Desierto”), el guion de su editorial es preocupante, precisamente por el camino que tomó más allá de los slogans acostumbrados por este señor -y previsiblemente expuestos-, cuyos editoriales son más parecidos a una coreografía de una porrista oficial que a un análisis profesional de una persona que maneja su materia.
La alarma se encendió cuando el señor Morales indicó claramente y sin tapujos que en una guerra ya declarada, y para el caso de Argentina, no solo hay enemigos externos, sino que el más fuerte es el enemigo interno, ese que está atacando por tierra, aire y mar -y camuflado sin que lo podamos identificar en forma clara-, con todas sus fuerzas para derribar en esta guerra a un gobierno popular. Y que hay que estar atentos y a la altura de la circunstancias.
La teoría del enemigo interno es la que se esgrime en cualquier proceso dictatorial para generar el contexto adecuado para legitimar una cacería persecutoria por parte del poder de turno de cualquier sociedad. No obstante, el señor Morales también dejó sutilmente trazada una línea en este sentido, y dejó sentada la palabra "neoliberal". Este concepto correspondería a cualquier cosa que no esté en línea a estas "políticas populares" y, por cierto, con ese sello puesto, cualquiera de nosotros simplemente por expresar un desacuerdo, pasa a ser susceptible de persecución hasta extinción.
Espero que este señor, que ha sido el primero en vomitar sobre la práctica profesional periodística allí por la década de 1980, cuando sentó puerilmente el precedente que muestra a los periodistas dirimiendo rencillas personales delante de un micrófono -sellando una catadura moral digna de un miserable cobarde-, tenga la entereza de rectificar su editorial del día de la fecha.
Mi argumento es sencillo; con sus palabras y conceptos, Víctor Hugo Morales ha puesto en riesgo mi vida en favor del poder público, dado que soy un ciudadano que, aplicando los argumentos por este señor esgrimidos, puede ser, potencialmente, foco de futuros señalamientos y persecuciones, de penas y escarnios, y de todo lo que pueda hacer el aparato del estado contra un ciudadano desprotegido.
miércoles, 15 de enero de 2014
LA VÍCTIMA ES EL VICTIMARIO, EL DELINCUENTE SOS VOS.
Cuando un delincuente comete un delito de manera violenta, llegando a terminar con la vida de su víctima, los mecanismos institucionales que nuestra sociedad posee para poner justicia al desgraciado evento, se encuentran cada vez más alejados de la esperanza de la sociedad civil por lograrla. Uno de los escollos que nuestra sociedad presenta se manifiesta en la imposibilidad que tenemos cuando intentamos establecer de manera clara y contundente la línea que delimita víctima de victimario. Los protocolos penales y judiciales con los que desarrollamos dictamen y sentencia parecen también portar esa característica.
Las instituciones abocadas a garantizar nuestra seguridad, enmarcar la legalidad y desarrollar la legitimidad de nuestras conductas, parecen mostrar una aguda alteración al momento de dictaminar los premios y castigos mediante los cuales evaluamos nuestras expectativas de vida. En lo penal asistimos a una clara subversión de sentidos, que se manifiesta en las categorías con las cuales se deben identificar -y separar-, culpables de inocentes. El delincuente que cometió un delito es presentado como la víctima que debió cometer una transgresión para sobrevivir, en tanto que la víctima es presentada como un portador de opulencia que deberá responsabilizarse por el costo de su condición. En muchos sentidos es un proceso similar al que se desarrolla cuando se acusa a una mujer como la responsable de haber causado su violación por haberse mostrado con una minifalda demasiado corta.
La interpretación institucional que busca el esclarecimiento de un delito, no interpreta como responsable de sus actos al sujeto que lo cometió, sino como alguien que no tuvo la chance de conocer el mundo de la responsabilidad puesto que fue expulsado por falta de oportunidades, y empujado a esa ingrata e indeseable acción que hemos interpretado como un delito. Esta particular forma de ver los hechos observa a la acción delictiva como una manifestación inevitable, que en su potencia expresa la última alternativa que posee una persona para reclamar pertenencia a un sistema que la oprime excluyéndola. De esta manera los victimarios se presentan como las víctimas de una perversión formal -y de ahí la culpa legal con la cual se los exculpa-, y las víctimas como privilegiados inconscientes gestados en esa misma perversidad. Desde ese lugar, cualquier pedido formal de justicia sobre un hecho delictivo es recibido con desdén, puesto que no hay buena predisposición a tener que aceptar un reclamo gestado en el nivel de lo aparente (el desprecio del sentido común). Y es a partir de este punto que el andamiaje político y judicial argentino (cuyo deber supremo, es bueno recordarlo, es proteger la integridad de la ciudadanía para garantizar su vida en libertad), cambiando de lugar lo esencial de lo aparente, comienza a dejar atrás la consecución de una meta justa para abrazar la búsqueda de un anhelo.
Una persona que muere por proteger a su familia, sus pertenencias o por no disponer de las abundancias suficientes para satisfacer el hambre del depredador, solo es interpretada como una víctima en su aspecto formal y, establecida esta categoría, comienzan a funcionar los engranajes intelectuales que irán erosionando el sentido original del hecho utilizando la divulgación para traducirlo y desplazarlo. Así comienza la fase ideológica del proceso y se desfigura a la verdadera víctima al señalarla como un eslabón que ayuda a transmitir la fuerza y el funcionamiento de un sistema opresor y excluyente; el capitalismo salvaje.
Y será esa “persona eslabón” la que de alguna manera ha empujado al excluido a tomar su parte, la que le corresponde por las buenas o por las malas. Si es por las buenas, la pedirá. Por las malas, la robará. Y en estado de desesperación, matará. Desde esta particular mirada, siempre y bajo toda circunstancia, asistimos a un legítimo reclamo que los vulgares ciudadanos no alcanzamos a percibir en toda su dimensión. Porque somos, de alguna manera, culpables por no haber correspondido a ese pedido de ayuda en forma de robo. Y con este loop conceptual se cierra el círculo argumentativo que finalmente dejó a la ciudadanía encerrada entre rejas domiciliarias y a los delincuentes paseando libremente por las calles.
Finalmente hay un aspecto moral en esta tergiversación; es el establecimiento de una moral anti material mediante la cual se nos interpreta poseedores de una vida chata en tanto se desarrolla sobre la base de la búsqueda de un buen pasar económico. Cuanto más reclamamos por paz y tranquilidad para con nuestro desarrollo mercantil, tanto más vulgarmente chatos se nos observa. Y desde aquí también se llega al mismo lugar; la chatura materialista tiene su precio en un mundo de diferencias, y ese precio puede ser la muerte por abocarnos a poseer chatarra sin sentido: el hecho de morir por tal trivial forma de vivir, otorga a un asesino el título de "trabajador igualitarista" cada vez que ejecuta una vida para robar sus pertenencias.
Luego de lo escrito va mi recomendación para el lector que hasta aquí ha llegado. Es un aporte para estar preparados en caso de que la mala fortuna nos exponga a la desdicha de recibir un tiro en la cabeza por intentar evitar un robo a nuestra propiedad o un daño a un ser querido. Hagamos un escrito para con nuestros deudos indicando que las víctimas de ese lamentable suceso no hemos sido nosotros, sino quien nos ejecutó. Esa pobre persona que al solicitar algo de inclusión y dignidad no tuvo más opción que gatillarnos una 9 en la cabeza.
Solo así podremos pasar a la posteridad como grandes personas en nuestro medio.
No lo olvidemos.
Las instituciones abocadas a garantizar nuestra seguridad, enmarcar la legalidad y desarrollar la legitimidad de nuestras conductas, parecen mostrar una aguda alteración al momento de dictaminar los premios y castigos mediante los cuales evaluamos nuestras expectativas de vida. En lo penal asistimos a una clara subversión de sentidos, que se manifiesta en las categorías con las cuales se deben identificar -y separar-, culpables de inocentes. El delincuente que cometió un delito es presentado como la víctima que debió cometer una transgresión para sobrevivir, en tanto que la víctima es presentada como un portador de opulencia que deberá responsabilizarse por el costo de su condición. En muchos sentidos es un proceso similar al que se desarrolla cuando se acusa a una mujer como la responsable de haber causado su violación por haberse mostrado con una minifalda demasiado corta.
La interpretación institucional que busca el esclarecimiento de un delito, no interpreta como responsable de sus actos al sujeto que lo cometió, sino como alguien que no tuvo la chance de conocer el mundo de la responsabilidad puesto que fue expulsado por falta de oportunidades, y empujado a esa ingrata e indeseable acción que hemos interpretado como un delito. Esta particular forma de ver los hechos observa a la acción delictiva como una manifestación inevitable, que en su potencia expresa la última alternativa que posee una persona para reclamar pertenencia a un sistema que la oprime excluyéndola. De esta manera los victimarios se presentan como las víctimas de una perversión formal -y de ahí la culpa legal con la cual se los exculpa-, y las víctimas como privilegiados inconscientes gestados en esa misma perversidad. Desde ese lugar, cualquier pedido formal de justicia sobre un hecho delictivo es recibido con desdén, puesto que no hay buena predisposición a tener que aceptar un reclamo gestado en el nivel de lo aparente (el desprecio del sentido común). Y es a partir de este punto que el andamiaje político y judicial argentino (cuyo deber supremo, es bueno recordarlo, es proteger la integridad de la ciudadanía para garantizar su vida en libertad), cambiando de lugar lo esencial de lo aparente, comienza a dejar atrás la consecución de una meta justa para abrazar la búsqueda de un anhelo.
Una persona que muere por proteger a su familia, sus pertenencias o por no disponer de las abundancias suficientes para satisfacer el hambre del depredador, solo es interpretada como una víctima en su aspecto formal y, establecida esta categoría, comienzan a funcionar los engranajes intelectuales que irán erosionando el sentido original del hecho utilizando la divulgación para traducirlo y desplazarlo. Así comienza la fase ideológica del proceso y se desfigura a la verdadera víctima al señalarla como un eslabón que ayuda a transmitir la fuerza y el funcionamiento de un sistema opresor y excluyente; el capitalismo salvaje.
Y será esa “persona eslabón” la que de alguna manera ha empujado al excluido a tomar su parte, la que le corresponde por las buenas o por las malas. Si es por las buenas, la pedirá. Por las malas, la robará. Y en estado de desesperación, matará. Desde esta particular mirada, siempre y bajo toda circunstancia, asistimos a un legítimo reclamo que los vulgares ciudadanos no alcanzamos a percibir en toda su dimensión. Porque somos, de alguna manera, culpables por no haber correspondido a ese pedido de ayuda en forma de robo. Y con este loop conceptual se cierra el círculo argumentativo que finalmente dejó a la ciudadanía encerrada entre rejas domiciliarias y a los delincuentes paseando libremente por las calles.
Finalmente hay un aspecto moral en esta tergiversación; es el establecimiento de una moral anti material mediante la cual se nos interpreta poseedores de una vida chata en tanto se desarrolla sobre la base de la búsqueda de un buen pasar económico. Cuanto más reclamamos por paz y tranquilidad para con nuestro desarrollo mercantil, tanto más vulgarmente chatos se nos observa. Y desde aquí también se llega al mismo lugar; la chatura materialista tiene su precio en un mundo de diferencias, y ese precio puede ser la muerte por abocarnos a poseer chatarra sin sentido: el hecho de morir por tal trivial forma de vivir, otorga a un asesino el título de "trabajador igualitarista" cada vez que ejecuta una vida para robar sus pertenencias.
Luego de lo escrito va mi recomendación para el lector que hasta aquí ha llegado. Es un aporte para estar preparados en caso de que la mala fortuna nos exponga a la desdicha de recibir un tiro en la cabeza por intentar evitar un robo a nuestra propiedad o un daño a un ser querido. Hagamos un escrito para con nuestros deudos indicando que las víctimas de ese lamentable suceso no hemos sido nosotros, sino quien nos ejecutó. Esa pobre persona que al solicitar algo de inclusión y dignidad no tuvo más opción que gatillarnos una 9 en la cabeza.
Solo así podremos pasar a la posteridad como grandes personas en nuestro medio.
No lo olvidemos.
martes, 7 de enero de 2014
Argentina, Derechos Humanos y Freezers...
¿Para qué y por qué el ser humano inventó la tecnología de enfriamiento?
Entre otras muchas cosas, principalmente para mejorar el comercio de ultramar. Los animales debían viajar vivos en los barcos, dado los tiempos de viaje, si lo hacían faenados, la carne llegaba podrida o tenía un proceso de salazón que le hacía perder todas sus propiedades, cuanto que parece ser, no la querían comer ni los esclavos obligados so pena de látigo. Pero también, al viajar el ganado en pié -vivos-, había que llevar también el alimento para mantenerlos todo ese tiempo (otros animales para que coman o granos durante un mes) lo que era un lastre totalmente improductivo elevando los costos de transporte.
Aparece así la posibilidad de enviar la mercadería perecedera en estado congelado, mejorando la calidad y cantidad de circulación de alimentos a todo el globo. Así, pudimos comer frutas exóticas de lugares recónditos, y en esos lugares, pudieron comer carne de primera calidad de la que no disponían, entre otras miles de ventajas y mercaderías.
Luego, el proceso de mercado y el emprendimiento empresarial, sobre la base de la búsqueda de una ganancia, desarrolló nuevas formas técnicas de ese conocimiento industrial, decantando en la producción y ofrecimiento de refrigeradores domiciliarios. Por caso entonces, el objetivo de un freezer es, precisamente, el de conservar por largos períodos mercadería para ser consumida sin que perezca en el corto plazo. Por lo tanto, es ilógico comprar un freezar para utilizarlo solo para el día a día, quien tiene uno, precisamente, lo utiliza para almacenar, independientemente del carácter de opulencia con el cual una mirada pobrista paranoide puede analizar el proceso.
Pero llegó un día, en un país llamado Argentina, que una tal Hebe de Bonafini se puso a hacer análisis económicos y dijo indirectamente; "los freezers deberían estar vacíos".
Y un séquito de aduladores improvisados la oyeron y creyeron que lo dicho era algo útil, justo y bueno; algo revelador que alguien debía decir pero que nadie se atrevía...
Sí, es muy difícil atreverse a decir tamaña estupidez e incongruencia, solo Hebe puede hacerlo...
Entre otras muchas cosas, principalmente para mejorar el comercio de ultramar. Los animales debían viajar vivos en los barcos, dado los tiempos de viaje, si lo hacían faenados, la carne llegaba podrida o tenía un proceso de salazón que le hacía perder todas sus propiedades, cuanto que parece ser, no la querían comer ni los esclavos obligados so pena de látigo. Pero también, al viajar el ganado en pié -vivos-, había que llevar también el alimento para mantenerlos todo ese tiempo (otros animales para que coman o granos durante un mes) lo que era un lastre totalmente improductivo elevando los costos de transporte.
Aparece así la posibilidad de enviar la mercadería perecedera en estado congelado, mejorando la calidad y cantidad de circulación de alimentos a todo el globo. Así, pudimos comer frutas exóticas de lugares recónditos, y en esos lugares, pudieron comer carne de primera calidad de la que no disponían, entre otras miles de ventajas y mercaderías.
Luego, el proceso de mercado y el emprendimiento empresarial, sobre la base de la búsqueda de una ganancia, desarrolló nuevas formas técnicas de ese conocimiento industrial, decantando en la producción y ofrecimiento de refrigeradores domiciliarios. Por caso entonces, el objetivo de un freezer es, precisamente, el de conservar por largos períodos mercadería para ser consumida sin que perezca en el corto plazo. Por lo tanto, es ilógico comprar un freezar para utilizarlo solo para el día a día, quien tiene uno, precisamente, lo utiliza para almacenar, independientemente del carácter de opulencia con el cual una mirada pobrista paranoide puede analizar el proceso.
Pero llegó un día, en un país llamado Argentina, que una tal Hebe de Bonafini se puso a hacer análisis económicos y dijo indirectamente; "los freezers deberían estar vacíos".
Y un séquito de aduladores improvisados la oyeron y creyeron que lo dicho era algo útil, justo y bueno; algo revelador que alguien debía decir pero que nadie se atrevía...
Sí, es muy difícil atreverse a decir tamaña estupidez e incongruencia, solo Hebe puede hacerlo...
domingo, 5 de enero de 2014
Corriendo tras los precios, una vez más...
Hace unas horas se ha dado a conocer un nuevo paquete de control de precios en Argentina. Al respecto de tal altruista intención burocrática, no tengo otra opción que ahondar -superficialmente- en algunas categorías que tiene que ver con el conocimiento, su construcción, utilidad, complejidad y corroboración. Mi intención, no tan altruista como la del nuevo equipo económico, es tan solo poner un poco de luz a lo que hace miles de años el hombre viene acumulando e intentando, concluyendo cada paradigma hasta donde éste permita luego de miles y miles de pruebas y errores, más allá de otra de las características humanas; especializarse en tropezar con la misma piedra en forma permanente, casi como un movimiento eterno al cual estamos condenados. Espero que los próximos párrafos dejen entrever por donde viene cabalgando la ironía.
¿Cuál sería el peso teórico de la tierra? Si concluimos como lo han hecho los físicos, que el peso es masa por aceleración, creo que el planeta pesa más o menos 6 mil trillones de toneladas.
Ese peso es teórico puesto que el concepto de peso lo estamos desarrollando sobre la base de suponer al planeta apoyado en una balanza que trabajaría con la gravedad del propio planeta tierra. Pero como eso es imposible, se hacen los cálculos teóricos. Es algo así como que en realidad la tierra no pesa nada hasta tanto no se acerque efectivamente a algo que la atraiga (hay que decir que todos los cuerpos se atraen, la masa de mi cuerpo lo hace con respecto a la tierra y su influencia sería algo así como 0,000000001 y la tierra influye sobre mí con una fuerza totalmente opuesta 100000000, por eso no puedo salir de su influencia tan fácilmente a no ser que lo haga en un cohete que me impulse a salir generando una contrafuerza mayor a la de atracción terrestre)*.
También podemos calcular su peso en términos de otra cosa, siempre en caso de estar la Tierra siendo atraída -influenciada- por una fuerza de gravedad mayor (de la misma manera que ella lo hace con nosotros, ahora algo más grande lo hace con ella). De ser así, ya no estaría orbitando otro astro (como el sol) y caería hacia esa atracción mayor; en ese caso ya no podríamos calcular nada porque estaríamos muertos. Aunque también puede estar sucediendo que el planeta tierra esté encaminado y cayendo hacia algún centro de gravedad mayor sin que nuestra percepción alcance a vislumbrar el proceso. Nuestra imposibilidad de percibir el fenómeno puede radicar en la variable tiempo; una atracción y caída que para nosotros transcurriría en decenas de miles de millones de años, puede ser un espasmo efímero en los términos astrales -infinito en la percepción humana-. Para decirlo en forma más clara; los últimos 5 mil millones de años de nuestra existencia respecto de la posibilidad de percibir una atracción sobre el planeta en el que vamos montados, serían en los términos universales algo así como la primera mil millonésima parte de un segundo en el comienzo de la caída de nuestro cuerpo cuando nos tiramos de un trampolín en el que tardamos 5 segundos hasta tocar el agua.
Si hemos captado todo hasta aquí, entonces, ya hemos visto que intentar diferenciar conceptos como peso teórico de peso real (tocando también peso específico, porque no), y separarlos debidamente de la necesaria consciencia de saberlos como resultados de un constructo mental para hacer una operación que sirva para influir sobre un fenómeno (y todo ello sin olvidar la filosofía que nos lleva a comprender y crear no solo aquel constructo sino también a captar la relación entre la permanencia y el cambio), no es una tarea sencilla que pueden hacer cuatro o cinco personas desde la nada. Es algo que ha llevado miles de años de conocimiento -pre-científico, científico y hasta religioso-, en el cual se monta y entrelaza una increíble estructura filosófica para dar cuerpo a marcos teóricos con las dosis de humildad necesarias para captar nuestra ignorancia adecuada. Y, si hemos captado todo, ahora mi pregunta.
¿Podemos indicar cual es el precio teórico del pan y la canasta de consumo presentada hace unas horas? ¿Y el precio cuidado? ¿Y el precio revelado? ¿Y el precio acordado?
Una vez hecho esto, lo último que solicito es un intento por ver cual sería el peso cuidado de la tierra, el peso relevado y el peso acordado.
¿Se captó?**
-------------------------------------------------------
*Los números incorporados son tan solo un dato demostrativo, no son datos exactos que remitan al fenómeno, sino intentan mostrar de una manera sencilla el desequilibrio de fuerza.
**Para los que luego de haber leído esto lo primero que les viene al pensamiento es que no es lo mismo la física que la economía, no tengo más remedio que recomendar la lectura: "El Burgués Gentilhombre" de Molière...
********
¿Cuál sería el peso teórico de la tierra? Si concluimos como lo han hecho los físicos, que el peso es masa por aceleración, creo que el planeta pesa más o menos 6 mil trillones de toneladas.
Ese peso es teórico puesto que el concepto de peso lo estamos desarrollando sobre la base de suponer al planeta apoyado en una balanza que trabajaría con la gravedad del propio planeta tierra. Pero como eso es imposible, se hacen los cálculos teóricos. Es algo así como que en realidad la tierra no pesa nada hasta tanto no se acerque efectivamente a algo que la atraiga (hay que decir que todos los cuerpos se atraen, la masa de mi cuerpo lo hace con respecto a la tierra y su influencia sería algo así como 0,000000001 y la tierra influye sobre mí con una fuerza totalmente opuesta 100000000, por eso no puedo salir de su influencia tan fácilmente a no ser que lo haga en un cohete que me impulse a salir generando una contrafuerza mayor a la de atracción terrestre)*.
También podemos calcular su peso en términos de otra cosa, siempre en caso de estar la Tierra siendo atraída -influenciada- por una fuerza de gravedad mayor (de la misma manera que ella lo hace con nosotros, ahora algo más grande lo hace con ella). De ser así, ya no estaría orbitando otro astro (como el sol) y caería hacia esa atracción mayor; en ese caso ya no podríamos calcular nada porque estaríamos muertos. Aunque también puede estar sucediendo que el planeta tierra esté encaminado y cayendo hacia algún centro de gravedad mayor sin que nuestra percepción alcance a vislumbrar el proceso. Nuestra imposibilidad de percibir el fenómeno puede radicar en la variable tiempo; una atracción y caída que para nosotros transcurriría en decenas de miles de millones de años, puede ser un espasmo efímero en los términos astrales -infinito en la percepción humana-. Para decirlo en forma más clara; los últimos 5 mil millones de años de nuestra existencia respecto de la posibilidad de percibir una atracción sobre el planeta en el que vamos montados, serían en los términos universales algo así como la primera mil millonésima parte de un segundo en el comienzo de la caída de nuestro cuerpo cuando nos tiramos de un trampolín en el que tardamos 5 segundos hasta tocar el agua.
Si hemos captado todo hasta aquí, entonces, ya hemos visto que intentar diferenciar conceptos como peso teórico de peso real (tocando también peso específico, porque no), y separarlos debidamente de la necesaria consciencia de saberlos como resultados de un constructo mental para hacer una operación que sirva para influir sobre un fenómeno (y todo ello sin olvidar la filosofía que nos lleva a comprender y crear no solo aquel constructo sino también a captar la relación entre la permanencia y el cambio), no es una tarea sencilla que pueden hacer cuatro o cinco personas desde la nada. Es algo que ha llevado miles de años de conocimiento -pre-científico, científico y hasta religioso-, en el cual se monta y entrelaza una increíble estructura filosófica para dar cuerpo a marcos teóricos con las dosis de humildad necesarias para captar nuestra ignorancia adecuada. Y, si hemos captado todo, ahora mi pregunta.
¿Podemos indicar cual es el precio teórico del pan y la canasta de consumo presentada hace unas horas? ¿Y el precio cuidado? ¿Y el precio revelado? ¿Y el precio acordado?
Una vez hecho esto, lo último que solicito es un intento por ver cual sería el peso cuidado de la tierra, el peso relevado y el peso acordado.
¿Se captó?**
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*Los números incorporados son tan solo un dato demostrativo, no son datos exactos que remitan al fenómeno, sino intentan mostrar de una manera sencilla el desequilibrio de fuerza.
**Para los que luego de haber leído esto lo primero que les viene al pensamiento es que no es lo mismo la física que la economía, no tengo más remedio que recomendar la lectura: "El Burgués Gentilhombre" de Molière...
sábado, 4 de enero de 2014
El Encierro.
Había una vez un gran centro de convenciones en donde en una de sus alas se reunieron anarquistas de mercado para organizar su plan de acción, en otra, lo hacían algunas corrientes de planificadores sociales.
En la reunión de anarquistas se presentó un cierre un tanto contradictorio cuando uno de sus líderes tomó la palabra: "Vamos todos al unísono y gritemos al mundo nuestra prédica para que puedan ver la verdad; VIVA YO!!!"*
En tanto en la sala contigua, los planificadores sociales no tenían una velada muy diferente, la máxima estrella desarrollaba su punto: “mi sistema no está aún completo” (se oían risas). “Estoy perplejo ante mis propios datos y mis conclusiones se hallan en directa contradicción con la idea original de la que he partido. Partiendo de una ilimitada libertad, he llegado a un despotismo sin límites. Quiero añadir, sin embargo, que no puede existir otra solución de la fórmula social sino la mía” (las risas iban en aumento).**
A la salida, ambos grupos coincidían, paradójicamente, en la categórica afirmación que se dejaba en la conclusión del planificador social. Ambos creían, estaban profundamente convencidos de ser los portadores de la antorcha con la cual iluminarían nuestras vidas.
-----------------------
*Situación inventada por quien escribe estas líneas.
**El discurso del planificador estrella es parte es un extracto del libro "La Realidad Inventada", de Paul Watzlawick, en el que remite al pasaje de Shigalióv, que es uno de los personajes de la novela de Dostoyevski “Los Endemoniados”. Shigalióv inventa un estudio enormemente complejo “de la organización social que en el futuro habrá de sustituir el presente estado de cosas” y que garantizará la completa libertad. El estudio es extremadamente complejo, y es en ese pasaje donde Shigalióv intenta exponerlo en forma abreviada a los conspiradores, aunque termina haciendo el ridículo en sus propios términos, con sus propias armas.
En la reunión de anarquistas se presentó un cierre un tanto contradictorio cuando uno de sus líderes tomó la palabra: "Vamos todos al unísono y gritemos al mundo nuestra prédica para que puedan ver la verdad; VIVA YO!!!"*
En tanto en la sala contigua, los planificadores sociales no tenían una velada muy diferente, la máxima estrella desarrollaba su punto: “mi sistema no está aún completo” (se oían risas). “Estoy perplejo ante mis propios datos y mis conclusiones se hallan en directa contradicción con la idea original de la que he partido. Partiendo de una ilimitada libertad, he llegado a un despotismo sin límites. Quiero añadir, sin embargo, que no puede existir otra solución de la fórmula social sino la mía” (las risas iban en aumento).**
A la salida, ambos grupos coincidían, paradójicamente, en la categórica afirmación que se dejaba en la conclusión del planificador social. Ambos creían, estaban profundamente convencidos de ser los portadores de la antorcha con la cual iluminarían nuestras vidas.
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*Situación inventada por quien escribe estas líneas.
**El discurso del planificador estrella es parte es un extracto del libro "La Realidad Inventada", de Paul Watzlawick, en el que remite al pasaje de Shigalióv, que es uno de los personajes de la novela de Dostoyevski “Los Endemoniados”. Shigalióv inventa un estudio enormemente complejo “de la organización social que en el futuro habrá de sustituir el presente estado de cosas” y que garantizará la completa libertad. El estudio es extremadamente complejo, y es en ese pasaje donde Shigalióv intenta exponerlo en forma abreviada a los conspiradores, aunque termina haciendo el ridículo en sus propios términos, con sus propias armas.
jueves, 2 de enero de 2014
Una historia de hombres.
Por estas horas se está hablando mucho de un nuevo contingente de personas varadas en la Antártida, y algunos se preocupan. Al respecto entonces, mi aporte es recordar la más grande historia de supervivencia que se dio precisamente en ese hostil continente: La Expedición Imperial Transantártica, comandada por Sir. Ernest Schackleton en 1914. Recomiendo observar el documental siguiendo este link: https://www.youtube.com/watch?v=oyQRHHHXntc y que se sintetiza aquí en un par de párrafos, hay en el film algunas imágenes reales de aquella gran gesta.
La idea de Sir. Ernest era atravesar la Antártida con 25 hombres, llevaban consigo también alrededor de 30 perros para tirar trineos, era la última gran expedición del viejo mundo imperial que moría con la primera guerra mundial; corría el año 1914. En la solicitada de hombres para formar la tripulación, se indicaba lo siguiente: “Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario Bajo, frío helador, largos meses de completa oscuridad, peligros constantes, regreso más que dudoso. Honor y reconocimiento sólo en caso de éxito.” Sí, también fue, probablemente, la última acción de una estirpe de hombres que ya no existe.
Promediando el recorrido y a tan solo un día de llegar al polo –el objetivo propuesto tal como el de un alpinista cuyo deseo es plantar bandera en el pico más alto del planeta-, el barco queda atrapado en el hielo que se transformó en una trampa infranqueable. Comienzan a trabajar un par de días con picos y serruchos para abrirse paso, veían que estaban a unos cientos de metros de hielo blando en el cual el barco podría continuar su recorrido, pero no lo lograron. Diez meses estuvieron varados hasta que el hielo terminó comiéndose el barco; lo estrujó como nuestro puño lo hace con un trozo de papel antes de enviarlo al tacho de basura. Quedaron con sus pertrechos, algunas chalupas, los animales y su fuerza de voluntad parados encima de los hielos y esperando un invierno que aún debía venir.
Comenzaron a avanzar a pie, tirando de algunos botes de emergencia –cuyo peso era de aproximadamente una tonelada-. Al principio no pudieron desplazarse y tuvieron que acampar un mes más. Luego recorrieron casi 600 Kmts, hasta que los hielos comenzaron a ablandarse y hacer agua: Una noche un marinero se mareó durmiendo advirtiendo que el hielo ya era tan fino que copiaba el oleaje marino, debían volver a las barcazas para intentar recalar en alguna costa; por las noches dormían en el hielo más firme que encontraban acampando con sus botes, y por el día debían darlos vuelta para navegar dada la blandura del hielo. Estaban a la deriva en una isla de hielo que se resquebrajaba y navegaba suelta por el mar.
Finalmente llegaron, no sin contratiempos –la tripulación estuvo al borde del amotinamiento y Schackleton mostró un liderazgo de hielo, el cual finalmente les mantendría la vida-, a la Isla Elefante en tres pequeños botes. Un lugar inhóspito sin vida humana, y en medio de toda la odisea un nuevo desafío de temple había de presentarse. Antes de tocar tierra tuvieron que sacrificar algunos perros para comerlos; necesitaban otro tipo de carne que no sea de foca y menos bocas para alimentar, también, las ballenas amenazaban hundirlos si por casualidad tiraban de alguna cuerda que mantenía unidos a los tres botes.
Schackleton sabía que en ese lugar inhóspito morirían todos, tomó la heroica decisión de dejar a su tripulación y continuar con 5 de sus mejores hombres hasta llegar al puesto ballenero más cercano y allí conseguir ayuda para esos pobres hombres varados en el fin del mundo. Ya en parte tranquilo por haber sacado del hielo a sus hombres y haberlos puestos en tierra, tomó la decisión de navegar con un bote de 7 metros unos mil doscientos kilómetros en el océano más peligroso y helado del planeta. Seis meses después logra tocar un destino humano y así consigue volver esperando encontrar a la tripulación que había dejado hacía meses sin nada, en una isla con tan solo dos botes de madera, carne de foca y sin liderazgo; esperaba encontrar tan solo cadáveres carcomidos por la naturaleza y sus propias desdichas. Sin embargo toda la tripulación estaba viva y apta para emprender la retirada.
Dos años después, Schackleton trae con vida a toda la tripulación, NO HABÍA MUERTO NI UN SOLO HOMBRE, transformando la odisea de la expedición transantártica de un fracaso en la obra de supervivencia y liderazgo más grande jamás experimentada y jamás contada.
La idea de Sir. Ernest era atravesar la Antártida con 25 hombres, llevaban consigo también alrededor de 30 perros para tirar trineos, era la última gran expedición del viejo mundo imperial que moría con la primera guerra mundial; corría el año 1914. En la solicitada de hombres para formar la tripulación, se indicaba lo siguiente: “Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario Bajo, frío helador, largos meses de completa oscuridad, peligros constantes, regreso más que dudoso. Honor y reconocimiento sólo en caso de éxito.” Sí, también fue, probablemente, la última acción de una estirpe de hombres que ya no existe.
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Promediando el recorrido y a tan solo un día de llegar al polo –el objetivo propuesto tal como el de un alpinista cuyo deseo es plantar bandera en el pico más alto del planeta-, el barco queda atrapado en el hielo que se transformó en una trampa infranqueable. Comienzan a trabajar un par de días con picos y serruchos para abrirse paso, veían que estaban a unos cientos de metros de hielo blando en el cual el barco podría continuar su recorrido, pero no lo lograron. Diez meses estuvieron varados hasta que el hielo terminó comiéndose el barco; lo estrujó como nuestro puño lo hace con un trozo de papel antes de enviarlo al tacho de basura. Quedaron con sus pertrechos, algunas chalupas, los animales y su fuerza de voluntad parados encima de los hielos y esperando un invierno que aún debía venir.
Comenzaron a avanzar a pie, tirando de algunos botes de emergencia –cuyo peso era de aproximadamente una tonelada-. Al principio no pudieron desplazarse y tuvieron que acampar un mes más. Luego recorrieron casi 600 Kmts, hasta que los hielos comenzaron a ablandarse y hacer agua: Una noche un marinero se mareó durmiendo advirtiendo que el hielo ya era tan fino que copiaba el oleaje marino, debían volver a las barcazas para intentar recalar en alguna costa; por las noches dormían en el hielo más firme que encontraban acampando con sus botes, y por el día debían darlos vuelta para navegar dada la blandura del hielo. Estaban a la deriva en una isla de hielo que se resquebrajaba y navegaba suelta por el mar.
Finalmente llegaron, no sin contratiempos –la tripulación estuvo al borde del amotinamiento y Schackleton mostró un liderazgo de hielo, el cual finalmente les mantendría la vida-, a la Isla Elefante en tres pequeños botes. Un lugar inhóspito sin vida humana, y en medio de toda la odisea un nuevo desafío de temple había de presentarse. Antes de tocar tierra tuvieron que sacrificar algunos perros para comerlos; necesitaban otro tipo de carne que no sea de foca y menos bocas para alimentar, también, las ballenas amenazaban hundirlos si por casualidad tiraban de alguna cuerda que mantenía unidos a los tres botes.
Schackleton sabía que en ese lugar inhóspito morirían todos, tomó la heroica decisión de dejar a su tripulación y continuar con 5 de sus mejores hombres hasta llegar al puesto ballenero más cercano y allí conseguir ayuda para esos pobres hombres varados en el fin del mundo. Ya en parte tranquilo por haber sacado del hielo a sus hombres y haberlos puestos en tierra, tomó la decisión de navegar con un bote de 7 metros unos mil doscientos kilómetros en el océano más peligroso y helado del planeta. Seis meses después logra tocar un destino humano y así consigue volver esperando encontrar a la tripulación que había dejado hacía meses sin nada, en una isla con tan solo dos botes de madera, carne de foca y sin liderazgo; esperaba encontrar tan solo cadáveres carcomidos por la naturaleza y sus propias desdichas. Sin embargo toda la tripulación estaba viva y apta para emprender la retirada.
Dos años después, Schackleton trae con vida a toda la tripulación, NO HABÍA MUERTO NI UN SOLO HOMBRE, transformando la odisea de la expedición transantártica de un fracaso en la obra de supervivencia y liderazgo más grande jamás experimentada y jamás contada.
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