domingo, 18 de enero de 2015

Thomas Piketty, el marxismo y el relato.


Por estas horas el economista francés Thomas Piketty está en Argentina. Gran parte del mundo de esta ciencia esta hablando de él y su trabajo. Como siempre, hay quienes hablan sin haberlo leído y otros que toman posiciones de altura argumentando que lo han leído completamente no solo una, sino varias veces. Por mi parte soy de los que está a medio camino, aún leyendo su libro (está en inglés y ya de por sí soy lento para leer en castellano, doblemente lento para hacerlo en inglés). Pero de todas maneras voy a dejar mis comentarios sobre lo que hasta ahora he observado y que me ha llamado la atención.

El economista francés, según se dice, se apoya en Marx para desarrollar todo su andamiaje y su supuesto "gran nuevo conocimiento", del que se desprenderían grandes nuevas formas de operar para la ciencia económica -de ahí su nombre "El Capital en el Siglo XXI"-. Sin embargo desde el inicio se observa una flagrante equivocación sobre el concepto de capital desde el mismo Marx.

Me voy a explicar intentando compactar de la mejor manera posible este yerro que observé (siempre dando por sentado que Piketty está parado sobre cimientos marxianos), y a riesgo de poder incurrir en algún olvido o exceso de simplificación que pueda llevar a algún yerro propio. En adelante el lector encontrará, probablemente, una excesiva cantidad de paréntesis, pido disculpas. Pero en estos formatos no es del todo cómodo y claro el utilizar "nota al pié de página".

Lo que Piketty define y entiende como capital está total y completamente mal desde una visión marxista -a la que supuestamente el adhiere-. Y es también inaceptable la pretensión de "aggiornamento de El Capital para el siglo XXI": El capital, conceptualmente, no es un stock, y menos aún algo que se hereda. Y el libro "El Capital" tampoco habla de un sotck al que pueda percibirse esencialmente con los sentidos inmediatos -vista, olfato, gusto, tacto, oído-, dado que mediante ellos solo logramos quedar engañados por el nivel de las apariencias. Piketty parece creer que el capital es una bolsa de dinero, una cantidad de bienes acumulados, máquinas, cantidad de tierra a disposición o papeles firmados que certifican la voluntad de un poseedor que se retira y autoriza pertenencia de posesión para un tercero. 

El capital es un proceso de reproducción constante que perméa en nuestras mentes y se refleja en forma espasmódica en cada certificación comercial de propiedad y transacción (sí, ya se, inentendible y muy parecido a una superchería, pero eso es Marx mis estimados lectores, de la idea a la materia y de ésta a la idea nuevamente, para volver a dilucidarla). 


O sea, el capital es un proceso que ficciona cobrar su forma concreta mediante diferentes elementos como pueden ser desde una escritura hasta una boleta de compra venta de cigarrillos. Desde una compra de acciones o una empresa para segmentarla y venderla, hasta el cierre certificado de una transacción de oferta y demanda en el mercado de trabajo. Siempre, claro está -reitero-, desde Marx.

Nuevamente, el capital "encarna" gracias y mediante la estructura institucional formal al momento de la transacción; ni antes, ni después. Y para ello (para que la encarnación exista dado que es en capitalismo el proceso indispensable para el crecimiento y la acumulación en el sistema que es la importancia central del trabajo de Piketty) debe haber una especie de "crono-estructura de conteo". Quienes ejecutan esta cronoestructura toman diferentes formas y roles, los más acostumbrados son los contadores -y una gran parte de los economistas, en especial aquellos que se quedan en el nivel de las apariencias contando números-*.  


Antes o después de ese momento de “encarnación”, el capital se escinde, es algo muerto que solo vive en las mentes ya acostumbradas de las personas que funcionan como autómatas guiadas por una búsqueda que no saben bien qué es (desde ahí el tan mentado tema de la toma de consciencia de clase y la forma de pensar con la cabeza del amo bajo el sistema "ficcional burgués"): EL CAPITAL NO ES UN STOCK, ES UN CONCEPTO.

Y es cierto que stock también es un concepto, pero no hay neutralidad para hacer un pasaje de términos. No es lo mismos stock que capital en Marx.

Todo lo anteriormente mencionado el señor Piketty ni lo tiene en cuenta. De hecho, entiendo que ni lo sabe, y entiendo que no tiene ni la más mínima idea de ello. En especial porque no está haciendo otra cosa más que contar números. Aunque disfraza la vulgaridad analítica (siempre en términos de Marx) con la cuestión de la denuncia implícita. Pero a ciencia cierta, si Karl Marx se despertara de su tumba diría que el señor Piketti no es más que otra forma más de la vulgaridad de análisis a la que ha empujado el sistema mundial con toda su ficción fetichista.

Finalmente debo indicar algo que no es es menor, no me defino marxista, sino todo lo contrario. Sin embargo, me he dado a estudiar esa corriente para poder mejorar mi crítica hacia esos trabajos y el de sus adláteres en el momento que sea necesario, en especial en mis aulas. Y todo para mejorar la calidad de este tipo de entrega a mis alumnos, para que no se dejen engañar con supercherías, sea la original (Marx) o las malas copias (los pikettys y cía).

Espero que se haya entendido algo. No es sencillo llevar la esencia de estos temas a "todos y todas".


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Los marxistas suelen mofarse de los contadores argumentando que aún hoy no han captado la esencia de su rol en el sistema y se quedan haciendo piruetas para ayudar a evadir impuestos cumpliendo normas legales preestablecidas en lugar de captar adecuadamente lo que están haciendo -y su crítica va también para los "economistas burgueses" a los que llaman vulgares-. Y esto se daría así porque la superestructura formal con la que todos hemos sido educados, descansa tanto en su construcción -como en su aplicación y transmisión-, también en el nivel de las apariencias. Apariencias que a su vez se construyen sobre la determinación de los aspectos materiales que logra captar nuestra sencillez de sentidos -los inmediatos montados en la razón simple-. Pero todo ello conforma la relación de dominación de quienes más materia poseen sobre quienes menos. Decantando en una relación de dominación de quienes lo poseen todo hacia quienes no poseen nada más que la fuerza de trabajo de su cuerpo, la cual entregan en oferta al mercado. Y será solo pagada por la fuerza quedando la acumulación del producto de su venta en manos de quien posee más atributos para comprar la fuerza -el empresario dueño de los medios de producción-. 





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