Hay quien cree que Hong Kong es un refugio de delincuentes internacionales y China el sistema que podría revitalizar las condiciones del "Estado benefactor". Para esta gente con tales creencias Hong Kong sería el efluvio del "neoliberalismo capitalista", en tanto que China portaría -finalmente- el efectivo camino de realización del tan ansiado socialismo planificado con inclusión económica y superación de escasez.
Intelectuales y analistas que abominan del ciclo comercial de Hong Kong y ponen el foco en la protección británica a partir de las consecuencias de la guerra el opio, olvidan el genocidio Chino a partir de la gran marcha de Mao. Con ese lastre inicial analizan lo que hoy sucede en la pequeña isla, una isla que siendo poco más que un trozo de roca inútil como recurso natural de cualquier tipo, se transformó -basada en una protección irrestricta de las libertades individuales y el derecho de propiedad-, en la plataforma comercial más importante de Asia llegando a tener un PIB per cápita de los más elevados del mundo y la deuda más baja del planeta; 49 mil dólares per cápita y 0,1% del PIB de deuda.
Hoy, las libertades civiles y comerciales de Hong Kong están seriamente amenazadas por la entronización de la política China mediante una ley de extradición que parece ser un caballo de Troya para quebrar la autonomía pactada hasta 2047. Y así hoy, lo que para algunos (a 70 años de la Revolución de Mao) es un motivo de festejos, para los habitantes de Hong Kong es un momento de luto (los 40 millones de muertes bajo el puño genocida de Mao Zedong no se olvidan allí como sí los ha olvidado y ocultado el occidente intelectualizado).
La gesta que hoy está librando Hong Kong contra la potencia China es una reedición de David contra Goliat. Esperemos, por el bien de la libertad y la humanidad, que vuelva a triunfar el pequeño gran gigante.
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