sábado, 2 de marzo de 2019

Heterodoxia, marxismo, sentido común e idiotez.


Marx definía como "economistas vulgares" a quienes quedaban encerrados en el mundo de las apariencias y no advertían la esencia de los fenómenos económicos. En esa línea criticaba a los que -según él- se quedaban tanteando precios y ni idea tenían de "valor" (antes de seguir aclaro que este escrito no es una alabanza a Marx ni a marxistas sino al contrario, es una crítica). Continúo.

Supuestamente Marx había encontrado la causa última de la dinámica económica del ser humano, y la denunció más o menos así; la explotación de unos sobre otros, en capitalismo, se exacerbaba sin ser percibida puesto que se había creado una superestructura institucional que, bien aceitada desde lo educativo, domesticaba al explotado mediante la transmisión de valores, creencias y costumbres justas para el interés explotador. De ahí que uno de los principales objetivos de las corrientes marxistas actuales es "luchar contra el sentido común" o (los más osados que intentan jugar con ironías sin ser creativos) tirar fogueo contra lo que entienden son "los principios morales de la clase media".

Es poco conocido en nuestros pagos que toda la estructura del edificio marxista de la teoría laboral del valor y la explotación laboral es falso -y con ello todo lo demás-. Que Eugen Böhm von Bawerk dejó patinando a Marx prometiendo una respuesta que nunca escribió. La respuesta la intentó Engels en los dos tomos siguientes de "El Capital", pero no es más que un galimatías.

Bien, ese yerro y esa falta de su conocimiento en nuestro medio lleva décadas y décadas de arrastre, empujando a un paradigma de pensamiento económico latinoamericanista que, en términos del propio Marx, serían los nuevos idiotas que se quedan tanteando, pero al revés. Creyendo que están saliendo de la vulgaridad del mundo de las apariencias, se empecinan en nadar en las esencias descartando lo obvio (creyendo que luchan contra el sentido común). Creen que son superiores a los economistas profesionales (especialistas en precios, escasez, abundancia y valoración subjetiva) y, petulantes, se auto validan citándose entre sí sus intrascendentes papers, convenciéndose de estar inventando la pólvora mojada. Por caso, cuando hablan de inflación se la pasan señalando a "los remarcadores y formadores de precios", sin advertir que eso es solo la apariencia. Esencialmente lo que está sucediendo es que el valor del papel que refleja esos precios está cayendo porque hay sobreoferta de él, por lo tanto, quien recibe ese papel en cambio de algo que ofrece, cada vez pide más de ese papel porque capta que el valor de lo que le están dando cae porque hay abundancia y nadie quiere eso. Por eso al pedir más, el reflejo es "precio que sube".

Y de esta manera, economistas que en apariencia se manifiestan como vanguardia mofándose de los "economistas vulgares" parados desde el pedestal neomarxista de la heterodoxia, en esencia no son más que idiotas que aún no advierten lo más básico de un proceso económico y (creyendo desprenderse del sentido común al que empuja la experiencia inmediata a los vulgares) cada vez que se les indica que hay un exceso monetario y por ello hay inflación (y por lo tanto no son los remarcadores de precios los causantes y ninguna política de control de precios será efectiva), contestan repitiendo la siguiente estupidez que ya es eslogan heterodoxo (reitero, creyendo que se van al mundo de las esencias) y dice así; "bueno, la inflación es un fenómeno multicausal". Esa definición es como dictaminar la probabilidad de una tormenta indicando algo así como que "un día de estos va a llover".

A veces luchar contra el sentido común puede llevarte a la supina idiotez de estar creyéndote un vanguardista, cuando en realidad no alcanzaste a captar que estás descartando lo obvio, como sucede con los verdaderos idiotas.

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