En las últimas horas parece haber creciente consenso sobre la necesidad de un bloqueo comercial por parte de EEUU (quita de demanda de petróleo venezolano) para obturar el financiamiento del régimen de Nicolás Maduro.
Solicitar ese tipo de mecanismo para Venezuela por parte de Estados Unidos es replicar un mecanismo ya conocido para el régimen Cubano. Y todos sabemos bastante bien cómo resultó esa experiencia. Lo que se conoció como "El bloqueo" que Estados Unidos en su momento realizó con Cuba, era -con sus más y con sus menos-, básicamente una restricción de comercio con la isla hasta tanto el régimen castrista devolviera lo robado en las expropiaciones (entre otras cosas). Bien, no solo que esa devolución no sucedió nunca, sino que el régimen cubano utilizó el mecanismo comercial estadounidense con la sagacidad suficiente para crear un relato político; Castro -apoyado en no pocos intelectuales y comunicadores de izquierda- pudo hacer creer al mundo que Estaos Unidos lo "había bloqueado".
Luego de ese proceso, la interpretación vulgar y el sentido común del joven universitario de izquierdas, del comunicador social, de gran parte de los intelectuales y políticos, y hasta de la charla de café con el taxista, discurrió de la siguiente manera; solo mencionar la palabra "bloqueo", bastaba para cerrar cualquier mirada crítica del proceso castrista; la imagen que sobrevenía era algo así como la quinta flota estadounidense rodeando a la pobre y solitaria vaca cubana, hasta asfixiarla. Sin embargo se trataba de una decisión unilateral y libre de un país soberano sobre la determinación de dictaminar con quien comerciar y con quien no (la decisión fue acordada por todo el arco de empresarios y personas ligadas al comercio en solidaridad por los empresarios y comerciantes estafados y robados por el régimen cubano y en conjunto con la burocracia pública y bajo ningún punto fue coactiva hacia el interior de Estados Unidos). Cuba SIEMPRE PUDO COMERCIAR CON QUIEN SE LE ANTOJÓ; y de hecho la Unión Soviética era su principal proveedor vía comercio y donativos (armas también, claro está), Asia comunista, África, Latinoamérica y Europa Continental también comerciaban libremente con aquella isla cárcel.
Ahora bien, los mismos que hoy piden ese nuevo "bloqueo" a Venezuela, también sostienen que Venezuela está así por la infiltración cubana (cosa ésta que parece ya estar harto demostrada). Entonces va mi punto.
El retiro comercial de EEUU de Venezuela no solo no logrará nada con el régimen de Maduro, sino que brindará el oxígeno simbólico necesario para que el tirano se aferre aún más en el poder y pueda ejecutar aún más a su ciudadanía: con un nuevo relato político, contra un nuevo "fantasma neoliberal" que los acecha. Una nueva respuesta comercial por parte del "Tío Sam" preñará de nuevo sentido a la lucha anti imperialista. Pero no solo logrará eso, también revivirá la estupidez militante del anti imperialismo latinoamericano que, gratamente, pareciera estar en franca extinción.
El régimen venezolano debe implotar por su propia desidia, por su propia incapacidad, por su propia inviabilidad; y con él debe llevarse a la rastra al régimen cubano, claro está. Hay que dejar que toda la potencia de la realidad del proceso económico de la acción humana realice su trabajo. Los regímenes cubano y venezolano representan la inviabilidad del altruismo obligado, del control de la sociedad civil mediante ingeniería social explícita, del colectivismo científicamente programado. Representan todo eso sin ambages, sin embargo, esa verdad aún no pudo revelarse objetivamente y el sentido general aún interpreta esos regímenes como democracias amenazadas que por una cosa u otra no pudieron ser; pero de alguna manera, para el sentido común, continúan siendo algo deseable, posible y viable que tarda en llegar. La posibilidad para que ese sentido general de interpretación absorba finalmente que aquellos no eran los atributos de esos regímenes sino que se trató siempre de una estafa y una inviabilidad manifiesta, está muy cerca.
Pedir que EEUU intervenga cambiando las reglas de juego de una relación comercial es, de alguna manera, proponer una contra natural atención obstétrica para el nacimiento de esa libertad que está próxima a ver la luz.
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