viernes, 15 de abril de 2016

De la lucha por causas justas a la búsqueda de objetivos.


Me preguntaron si veía algo positivo en el hecho por el cual mucha gente está dispuesta a mojarse para escuchar a Cristina horas y horas cautivados por su presencia -más allá de la gente llevada ahí por los punteros políticos y demás-. La pregunta me la hicieron haciendo hincapié en el hecho de que parece ser que es la ex Presidente la única persona dedicada a la política y que mantiene alto perfil de convocatoria y una oratoria superior al resto. También en esta última parte me sugirieron que de una respuesta intentando desprenderme del clásico argumento sobre la patología argentina que pide constantemente por un papa o una mama espiritual -aunque así sea, algo ha de haber en ella porque la eligió antes que a otros personajes para cubrir su necesidad-. Y me hicieron esa pregunta como parangón a la supuesta falta de liderazgo político de Mauricio Macri. Mi respuesta fue la siguiente.

Cristina posee, respecto del resto del arco político, aún, el fuego sagrado de sentir que está luchando por una causa justa. Independientemente a que la causa efectivamente lo sea, ella está convencida, y eso no solo alcanza y sobra, sino que es el primer motor que mueve la voluntad política. De ahí el fuego sagrado que mueve, empuja y cautiva a sus seguidores. Y de ahí la energía que parece no tener fin en su prestancia ante cada acto y discurso. Apunté, sin embargo, que el riesgo de este tipo de relaciones se refleja precisamente cuando se llega al extremo en el cual ella al reír todos ríen, al llorar todos lloran, al enojarse todos se enojan, y al señalar todos señalan. Y ahí aparece el punto que quiero iluminar. El de Cristina es un liderazgo que conserva el fuego sagrado, sin dudas. Pero conserva un fuego sagrado de la política de otra época, de una forma de hacer política que se ha extinguido en el mundo entero, Y Argentina no está exenta. ¿Y qué decir de la comparativa con Mauricio Macri?

Que parece ser él quien mejor representa en nuestra sociedad -al menos hasta hoy-, el formato de liderazgo que comienza a nacer en este momento. Y lo podemos sintetizar de esta manera; en tanto el fuego sagrado de Cristina se mantiene vivo durante su proceso de extinción mediante la voluntad montada en la lucha por una causa justa (empoderar al desposeído), el liderazgo de Maurio Macri se monta en la búsqueda de un objetivo (pobreza cero). Y ese es todo el secreto de todo esto mis estimados.

Estamos viviendo momentos en los cuales la voluntad de poder que antes se canalizaba a los pueblos mediante los viejos guiones montados en causas justas, ha dado paso a la consecución de metas para el alcance de objetivos. De ahí que muchos no comprenden que sean "CEOS" los que gobiernan. O "demasiado técnicos" quienes lo hacen. Y esto no es nuevo, la crítica a la tecnocracia en los 90 fue algo que vislumbró este proceso, aunque no advirtió que solo presenciaba su estado de gestación, no su nacimiento efectivo.

Es cierto, la vieja forma es más "caliente", intuitiva, enciende, fácilmente aglutinando a todos desde los corazones. De ahí la voluntad que engloba a ese todo incomprendido, eterno partícipe de la historia de la humanidad. La nueva forma nos aparece más fría, descomprometida, metodológica, casi robótica podríamos decir -de ahí las críticas e ironías a los respetos a raja tabla de lo coordinado en los "focus group" que se hacen a diario-.

Sin embargo la gente, la ciudadanía, los pueblos, parecen, aún así y ante estas últimas características, estar confiando más en este último formato que en la primera descripción. Es probable que el avance de la tecnología de las comunicaciones globales, junto a las redes sociales, tengan mucho que decir a éste respecto, cuanto que también sobre el cambio de sentido de la voluntad y la conducta en tanto canalización política.

El fuego que encandilaba por la vía de la búsqueda de una causa justa, mutó hacia la fría conducta por la búsqueda de objetivos. Creo que eso es todo.

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