domingo, 8 de julio de 2012

De miserables, desidias y delincuencias


El día viernes se dio sentencia final al juicio desarrollado por las causas de apropiación ilegítima de bebes nacidos en cautiverio; Jorge Rafael Videla fue el centro de gravedad de una sentencia ejemplificadora. Sin embargo paralelamente se desarrolló una especie de filosofía analítica de la cibernética que tomó forma para cubrir el esperado acontecimiento.



Aparecieron con su afrenta una vez más quienes creen estar denunciando objetivamente al “multimedio monopolístico” de operar contra el gobierno, contrastando la tapa a toda plana de la sentencia a Videla -que se mostró en Tiempo Argentino y Pagina 12- con la pequeña plana de la misma información en la tapa de Clarín.

Luego de contrastar los diferentes enfoques noticiosos y algunas realidades que se cristalizan en forma de penurias  ciudadanas, se hace imposible no advertir que algunas personas parecen haber perdido el foco y no reparan ni remotamente en una posibilidad potencial; la de estar asistiendo a una nueva operación cuya herramienta se deja ver en la información Videla a toda plana. Estos diarios de algún modo ocultan una realidad hoy, como lo hiciera Clarín ayer, cuando era servil del otrora poder de turno.

El gobierno, Tiempo Argentino y Pagina12 en la actualidad mantienen estrechos vínculos motivados por intereses cruzados. Mientras esos medios intentan descomprimir una agenda que parece corroer desde adentro al kirchnerismo, el primero los mantiene mediante transferencias y pauta oficial.

Esas tapas de la sentencia a Videla y sus secuaces son el golpe de efecto justo con el cual, por un lado, se esconden problemas de la ciudadanía de candente presencia para él gobierno y, por el otro, se cubre el salario de un plantel periodístico que
 a términos de mercado sería inviable.

La noticia de la sentencia no es una revelación inédita que toque a un poder actual, sino una confirmación predecible que apuntala un biombo mediático, tras el cual se esconden ya demasiadas miserias.

Los muertos hoy no son a manos del “terrorismo de estado” sino de su desidia; ahí están, silenciosos para estos medios, llenando de sensaciones las estadísticas.

"¡Víctimas de la desidia de estado!" sería un copete aceptable para un periodismo maduro.

Hoy los negocios espurios desde el poder no se montan sobre gorras de plato verde oliva y cucardas en el pecho, sino en pañuelos blancos y ponchos colorados.

Miles de millones de favores políticos en forma de tranferencias financieras descansan en paraísos fiscales, mientras pobres y silenciosas masas de miserables pauperizados son curtidos por el sol a la vera de un arroyo contaminado, y empujados por la noche montan un carro clavado en las costillas de un famélico equino, el cual desfallece entregando sus últimos servicios.

Y así la predecible y reconfirmada sentencia al genocida en primera plana, es hoy nuestra justicia redimida.

Los nuevos engañados perciben en esas tapas a cartón lleno una especie de redención final de una sociedad que despega y, alabándolas, creen bajar el martillo que impugna una miseria histórica

En ellas ven venir cabalgando, rauda, toda la hidalguía del pensamiento nacional, popular y comprometido…

¿Tan miserable es lo pensado y cortas las ambiciones que no se permiten advertir que aquello que parece una suculenta cena es tan solo un modesto festín?






          ¿CONSIDERAS SINCERAMENTE QUE ARGENTINA ESTA JERARQUIZADA?

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