Los kirchneristas tienen la conducta para crearse un reducto minúsculo en donde en las asambleas toman la palabra, recrean en ellos un oráculo que sugiere destinos e impone al resto el rol de acompañante y espectador anuente. Si hay algo que saben hacer es juntar la masa crítica para empujar políticamente sus objetivos, se ornamentan con la voluntad de los otros para poder digitar endogámicamente funciones y presupuestos -mediante el esquema ya mencionado-. Circulan de aquí para allá, se intercambian lugares clave como si fueran figuritas: en un momento votan a tal para tal cosa y en otro a tal para tal otra; algunos van para un un Ministerio o Secretaría y otros para tal o cual dependencia (y si no alcanza se crean alguna).
En tanto los que ocupan las posiciones más lejanas del oráculo central que toma la palabra en sus encuentros -para "sugerir" postulantes-, solo levantan la mano para asentir. El paupérrimo espectáculo de estos últimos discurre en un permanecer de esperanzada ilusión con la cual sosiegan su anhelo repentino; el meeting nace preparado para mostrar el espejismo de un futuro en el cual serán ellos los que lleguen al centro para ser votados. Un tiempo en el cual serán quienes reciban la voluntad de los otros desde las filas traseras (las cuales estarán ocupadas por los nuevos ilusionados apacibles que levantarán la mano pensando que ya llegará también su día).
Así funcionó, funciona y funcionará la rancia organización kirchnerista, y no solo en lo más alto de las esferas gubernamentales, también en lo más bajo de sus cuadros militantes. ¿Cuánto tiempo creyeron estas personas que los peronistas iban a estar en los círculos lejanos solo levantando la mano para confirmar sus caprichos y recibir sus retos?
Ese rancio, arcaico y rígido esquema de poder trazado para dirigir y digitar, se terminó. Ha muerto;¿de qué se sorprenden estas personas? ¿acaso no advirtieron lo que se veía venir?. Es probable que no lo hayan advertido...
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