miércoles, 13 de enero de 2021

La mesa de los argentinos está llena de góndolas vacías.

Fui repositor en Carrefour y recuerdo que los jefes, a las 21.45 (15 minutos antes del cierre) pasaban por las góndolas golpeando como quien golpea una bolsa de boxeo -en las góndolas de packs de leche "larga vida"- y empujando con la palma de la mano hacia el fondo en las de lácteos fríos; postres, yogurts, quesos untables y demás. ¿El motivo? Las góndolas debían estar completamente cargadas, no "frenteadas".

La técnica del frenteo se utiliza bastante cuando no hay stock suficiente o cuando el repositor quiere descansar, consiste en tirar hacia adelante la mercadería en tres hileras y simular una góndola llena; es como una especie de escenografía. Sin embargo esto trae problemas con el compañero del turno siguiente (que deberá correr como un atleta para llenar la góndola si el frenteo es a dos hileras, de lo contrario rápidamente aparecen los agujeros y las góndolas parecen destruidas a los pocos minutos de apertura de ventas, tirando al traste la imagen del hipermercado). Entonces, cuando un jefe pasaba golpeando y si la góndola no estaba llena, quedaba destruida como si hubiera sucedido un bombardeo.

Recuerdo un día que pasé por mi pasillo de reposición dirigiéndome desde el depósito al vestuario al momento del cierre, iba a darle la última mirada mientras caminaba a prepararme para ir casa, debía cruzar el hiper y eran las 21.55, supe que ese domingo iba a ser muy difícil terminar con góndola completa para la noche, había frenteado a 4 hileras porque al otro día era lunes de segunda quincena y sabíamos que no iba a haber demanda intensa a la mañana siguiente (tenía arreglado con "el Águila" -así le decíamos a mi compañero de la mañana- que él cargaría el resto pero que le dejaría frenteo a 4 hileras y no a tres o a dos). Pero resultó ser que, 21.55, veo mi góndola y tenía todo tirado; parecía Irak en plena bombardeo. Mi jefe había pasado golpeando todos los frentes y éstos se destruyeron al no estar llenos. Como debía dejar la góndola en perfecto estado porque de lo contrario me despedían -y no me podía dar el lujo de perder ese trabajo-, me quedé hasta las 24 horas cargando el faltante y acomodando todo. Como un dato de color recuerdo que había compañeros que eran entre un poco vagos y un poco pícaros que hasta se atrevían a desafiar a los jefes y a sus propios compañeros, llegando al extremo de frentear a una hilera. Sin embargo uno miraba la góndola y parecía completamente llena, aunque a los 15 minutos de la apertura siguiente pasaban a ser un desastre (solía haber peleas en el estacionamiento con empleados de diferentes turnos por estas conductas), aunque cuando se los descubría ERA MOTIVO DE DESPIDO SIN MIRAMIENTOS.

No se concebía una góndola vacía, era una tragedia inadmisible. Eran "los malditos" y "neoliberales" años noventa...

Bueno, dejo la imagen de una góndola hoy, en Carrefour...

No más palabras.


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