viernes, 5 de julio de 2019

La emboscada y el "compromiso social".


Una de las características típicas de la conducta promedio de la ciudadanía argentina, ha sido definida como “viveza criolla". Esa supuesta ventaja originaria subyace en lo que podríamos denominar "el gaste cotidiano del hincha de tablón"; así, de tal típica fuente de conducta surgieron chistes contra lo diferente y jactancia de pertenencia. Para comprobarlo solo alcanza con ver nuestras publicidades, observar lo subyacente a una humorada argentina típica o escuchar un cántico de cancha de fútbol. Podrá captarse que desde esa "viveza criolla" los argentinos se toman la atribución de mofarse de los asiáticos apelando a su condición de tal, de los africanos apelando a una supuesta "falta de inteligencia" (y exponiéndolos solo como serviles a una especie de atletismo sexual), de los nórdicos como intrascendentes y de los estadounidenses como idiotas -entre otros tantos estigmas con los cuales este argentino promedio se divierte fácil señalando a los demás-.

También hay que indicar que es el recurso de los idiotas el mofarse de otras personas usando un código propio sin que éstas lo perciban. Y no solo es un recurso de idiotas, también de cobardes, porque las personas “gastadas” (término del lunfardo argentino que significa "mofarse del otro") nunca saben de qué se trata "tal gaste" y no tienen herramientas para poder, al menos, brindar su contraparte; esto lo hemos visto en muchas entrevistas en donde entrevistadores "cancheros" (otro término del lunfardo argentino que denota cierta superioridad) gastaban a sus personas entrevistadas y éstas, muchas veces, no se enteraban que estaban siendo víctimas de sorna por parte de quien la estaba entrevistando (era más evidente cuando la persona entrevistada no era argentina y por lo tanto no tenía “el código del gaste” en su universo).

Esa conducta hoy es característica de un personaje típico que ha gestado argentina en las últimas décadas; el ñoqui (lunfardo argentino con el que se define al inútil acomodado) público que vive de estar en la secretaría de un sindicato, en algún Ministerio pululando en diferentes áreas menores (siempre tejiendo conspiraciones menores de pasillo) o como parte del núcleo operativo marginal de algún emprendimiento derivado de un desarrollo de un presupuesto público; chofer o personal de planta de mantenimiento de algunas dependencias científicas y tecnológicas. Es un personaje que a ciencia cierta no aporta nada, pero divierte mucho en su micro-mundo y molesta sobremanera a quienes no pertenecen a su entorno -suele estar yendo de manera permanente a cortes de calles, actos de militancia, escraches a otras personas y demás acciones que ponen de manifiesto su condición de servil miserable-.

Este típico personaje argentino trazó, una vez más, un acto de "viveza criolla"; la víctima esta vez fue el Presidente argentino. Tres de sus fieles exponentes se tomaron el trabajo -en Suiza-, de esperar a la comitiva presidencial argentina para "gastar" al Presidente. Esperaron en un lugar solitario del que sabían, sería paso obligado de la caravana, cuando ésta se acercó, mostraron fervor argentino con la camiseta de la selección de fútbol y así, poder asegurar perpetrar el engaño. Estamos en Suiza, el auto presidencial se acerca a un par de argentinos en medio de una completa soledad que festejan ser connacionales mostrando la camiseta y saludando con cariño desde un lateral el paso de la comitiva, es el comienzo de la culminación del acto de los miserables. El Presidente argentino, como es lógico, baja la ventanilla para saludar, y es en ese instante que, durante el saludo, trazaron una mofa socarrona al más puro estilo del cobarde llorón; "ehhh, Cristina va a volver! Vos te vas a ir! Vamos a volver! vamos a volver!".

Tal situación se dio porque esta gente sabe aprovechar el don de gente de las otras personas y se valen de esa acción para engañar. Es la forma más fácil de inducir al engaño a una persona, y es una acción característica, típica del ratón social argentino. ¿De qué manera el Presidente argentino podría haber evitado esa situación? Para evitar esa zancadilla, el Presidente argentino debía haberse comportado como lo hubiera hecho en vida Fidel Castro o su hermano Raúl, históricos tiranos comunistas cubanos. O sea, no bajar la ventanilla y acelerar dejando a esos ratones aspirando polvo de tierra y gases de motor. Sin embargo el Presidente argentino tuvo la deferencia de brindar un saludo que fue contestado con una cachetada.

Sería un buen ejercicio pensar si esas personas que se mostraron tan sagaces, podrían llegar a ser igual de valientes para vivir una vida sin parasitar a la ciudadanía desde los lugares públicos en los que se enquistan. Sería interesante pensar qué sucedería si asumiera un Presidente que realmente cumpla con lo que en la eterna militancia del sollozo subyace y los expulse de todo tipo de posibilidad de continuar parasitando desde el sector público, exponiéndolas a la prueba de su propia estupidez para que midan en la arena de la realidad –en el mercado-, cuánto pueden llegar a adquirir de sustento por la viveza que creen poseer. Sería interesante poder ver en esa situación a esos idiotas que ayer creyeron gastar al Presidente argentino.




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