Como lo predijo Erich von Däniken -y lo grita Giorgio Tsoukalos-, finalmente los creadores han regresado en sus gigantescos aparatos para dar rienda suelta a la admiración y la sorpresa de sus criaturas. La imagen capta el momento; la potencia del artefacto desconocido por los aldeanos empuja antes a la veneración que al razonamiento. Los dioses sobrevuelan los jirones de su creación montados en su carroza de fuego. Y mirando al gentío con la perspectiva da su altura, se preguntan qué pudo haber fallado si al haberlos hecho a imagen y semejanza, dotándolos también de alas, terminaron reptando sobre un escamoso abdomen luego de habérselas comido.
Y verán los dioses que siempre hay una nueva lección por aprender; por más que pongan alas a su creación, si no se acompaña de la más divina de todas las creaciones, LA VOLUNTAD, lo creado no será más que barro. Se puede tenerlo todo para volar, pero si no se quiere hacerlo, solo el reptar de una ilusión que espera la llegada de un nuevo salvador es el destino máximo al que cualquier creación podrá aspirar.
Sí, finalmente el Air Force One aterrizó en Cuba.
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