Al igual que a Hester Prynne en la novela de Nathaniel Hawthorne -La Letra Escarlata-, parece que a quienes el pensamiento Liberal nos parece bueno, hemos de tener que llevar en nuestro pecho la letra "L" para ser identificados de un adulterio moral del que se nos ha acusado. El juicio ya tuvo veredicto popular y será ardua la lucha mediante la cual habrá que demostrar inocencia. Una prueba de fortaleza individual y espiritual, de entereza para sobrellevar con orgullo la "L" con la que se nos somete al escarnio público, de valentía para superar el injusto señalamiento de apresurados acusadores. En mi caso, no tengo por que hacerme cargo de un genocida como Pinochet, tampoco de otro como Videla y de tantos más; la "L" acusatoria que gracias a ésos animales se ha infringido, no es para quien escribe estas líneas. Sin embargo, igualmente pende de mi cuello su cadena: cuidado con el fascismo, está entre nosotros...
Jorge Edwards aclara al respecto en esta breve síntesis.
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